
9 de junio de 2025 a las 12:20
Ignorado por el mundo
La sombra del magnicidio se extiende sobre Latinoamérica, evocando fantasmas del pasado que creíamos enterrados. Las imágenes, crudas y vibrantes, capturadas por la omnipresente tecnología, nos transportan irremediablemente a aquel aciago 23 de marzo de 1994, un miércoles que quedó grabado a fuego en la memoria colectiva mexicana. Tijuana, escenario de una tragedia que aún resuena en el eco de la historia. Un ambiente enrarecido, similar al que se respira hoy en Colombia, preñado de tensiones políticas y sociales, de odios incubados en la oscuridad. Errores, omisiones, la ambición desmedida por el poder, ingredientes explosivos que empujan a la violencia, como ocurrió en México en los noventas y como lamentablemente se repite ahora en la nación hermana.
La teoría del complot, alimentada por la desconfianza y la incertidumbre, se extiende como una mancha de aceite. Muchos mexicanos aún creen que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari orquestó el asesinato de Luis Donaldo Colosio, su propio candidato, por haberse "salido del huacal", por haberse atrevido a desafiar el establecido orden. Las investigaciones oficiales, las sentencias dictadas, no logran acallar las voces que susurran en la penumbra, que insisten en que la bala asesina provino de la residencia presidencial de Los Pinos.
Ahora, la historia parece repetirse con tintes aún más dramáticos. El senador Miguel Uribe Turbay, figura emergente del uribismo, cae abatido por las balas en un acto de campaña en Bogotá. La tecnología, implacable testigo, captura cada detalle del atentado con una nitidez que contrasta con las borrosas imágenes analógicas del asesinato de Colosio. Seis impactos de bala, uno de ellos alojado en el cerebro, mantienen en vilo al país. La incertidumbre se cierne sobre su destino: ¿sobrevivirá para desafiar los pronósticos? ¿Logrará arrebatarle el poder a la izquierda, como auguran algunos?
El gobierno colombiano condena enérgicamente el atentado, pero las miradas se dirigen inevitablemente hacia el presidente Gustavo Petro. Nadie puede acusarlo directamente, pero la polarización que divide a la sociedad, amplificada por la inmediatez y la toxicidad de las redes sociales, lo coloca en el centro de la controversia. Un caldo de cultivo perfecto para la desinformación, para las teorías conspirativas que se propagan como un virus.
Colombia se encuentra en un punto de inflexión. El atentado, la figura del niño sicario, los medios de comunicación que avivan el odio, los políticos que buscan sacar rédito de la tragedia, los carroñeros que se alimentan de la sangre derramada… Un panorama desolador que exige una profunda reflexión.
Daniel Bejarano, con la sabiduría que le caracteriza, lanza un llamado a la unidad, a la solidaridad, a dejar atrás los odios y a rechazar la violencia. ¿Será escuchado su mensaje en medio del ruido ensordecedor de la confrontación? ¿Prevalecerá la razón sobre la pasión?
Mientras tanto, en México, las protestas de la CNTE nos recuerdan la fragilidad de la paz social. Las barricadas, los rostros encapuchados, la tensión palpable en el aire… Don Pepe, testigo privilegiado de la historia, narra con preocupación cómo el gobierno federal intenta contener las manifestaciones, cerrando el grifo financiero a los líderes de la CNTE. Una medida drástica, pero necesaria, para evitar que la violencia se desborde y que la ciudad se convierta en un campo de batalla. La esperanza, tenue pero persistente, se aferra a la posibilidad de un futuro donde el diálogo y la razón prevalezcan sobre la confrontación y el odio.
Fuente: El Heraldo de México