La incertidumbre se palpa en el aire. El nuevo veto migratorio del presidente Trump ha reavivado el temor, la duda, la angustia. Millones de personas alrededor del mundo, con visas en mano y sueños en el corazón, se preguntan si las puertas de Estados Unidos se les cerrarán de golpe. La sombra de la cancelación de visas se cierne sobre turistas, estudiantes, trabajadores, familias enteras. ¿Es una amenaza real o una exageración alimentada por el pánico?

Las redes sociales, ese hervidero de información y desinformación, amplifican las voces, los rumores, las especulaciones. Un influencer guatemalteco afirma que a sus compatriotas les están cancelando las visas de turista. La noticia corre como la pólvora, encendiendo las alarmas en toda Centroamérica y más allá. ¿Es un caso aislado? ¿Una tendencia preocupante? ¿El preludio de una política migratoria aún más restrictiva?

Brent Hanson, ex cónsul de visas, interviene en el debate virtual, aportando su experiencia y conocimiento. Sus palabras, medidas y directas, buscan disipar la confusión y ofrecer una perspectiva más clara. No, no se trata de una persecución específica contra los guatemaltecos, aclara. La práctica de cancelar visas a quienes parecen estar abusando del sistema es anterior a la administración Trump, aunque se ha intensificado en los últimos años.

El punto clave, explica Hanson, es la frecuencia y duración de las estancias en Estados Unidos. Si un turista pasa más tiempo en territorio estadounidense que en su país de origen, las autoridades migratorias pueden sospechar que su verdadera intención no es el turismo, sino la inmigración ilegal. Y ante la sospecha, la reacción: cancelación de la visa.

Imaginen la escena: un turista llega al aeropuerto, con su visa en regla, listo para disfrutar de unas vacaciones, una visita familiar, un viaje de negocios. Pero el oficial de migración, tras revisar su historial de viajes, frunce el ceño. Demasiados viajes en poco tiempo. Estancias demasiado largas. La sospecha se instala. El interrogatorio se intensifica. Y al final, el veredicto: visa cancelada, regreso al país de origen. Un sueño truncado. Un proyecto frustrado. Una amarga decepción.

Hanson ofrece algunas recomendaciones para evitar este tipo de situaciones: justificar la duración de las estancias, demostrar arraigo en el país de origen, evitar viajes demasiado frecuentes o prolongados sin una razón válida. En definitiva, actuar con transparencia y evitar cualquier comportamiento que pueda despertar sospechas.

La situación es compleja, delicada, llena de matices. La política migratoria de Estados Unidos, siempre un tema sensible, se ha vuelto aún más controvertida en los últimos años. La incertidumbre y el temor se han apoderado de muchos. Y mientras tanto, la pregunta sigue en el aire: ¿qué nos depara el futuro? ¿Se cerrarán aún más las puertas de Estados Unidos? ¿O prevalecerá el espíritu de acogida y la tradición de ser un país de inmigrantes? El tiempo lo dirá.