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10 de junio de 2025 a las 01:55
Domina tu mente, domina tu salud.
Vivir con una enfermedad crónica es un desafío constante, una realidad que transforma la vida y exige una profunda adaptación. No se trata solo del impacto físico, del dolor y las limitaciones, sino también de la carga emocional que conlleva. Imaginen tener que replantearse el futuro, los sueños, las metas, a la luz de un diagnóstico que marca un antes y un después. Este proceso de introspección, aunque necesario, puede ser abrumador. La incertidumbre, el miedo al futuro, la sensación de pérdida de control sobre el propio cuerpo, son emociones comunes que pueden desembocar en trastornos afectivos como la ansiedad y la depresión. De hecho, se estima que entre un 20 y un 25% de las personas con enfermedades crónicas como la diabetes o la artritis reumatoide desarrollan este tipo de trastornos.
El aislamiento, muchas veces, se convierte en una respuesta ante el dolor y la incomprensión. Las personas se retraen, limitando sus interacciones sociales y perdiendo, en consecuencia, valiosos estímulos positivos. Su mundo se reduce a citas médicas, tratamientos y hospitales, creando una rutina marcada por el sufrimiento. Este ciclo, a su vez, impacta negativamente en el descanso, provocando alteraciones del sueño y aumentando la percepción del dolor, especialmente durante la noche, cuando el silencio amplifica las sensaciones.
Ante este panorama, el Mindfulness emerge como un faro de esperanza. No se trata de una cura milagrosa, sino de una herramienta que empodera al paciente, permitiéndole reconectar con su fuerza interior y gestionar el impacto emocional de la enfermedad. El Dr. Humberto Bautista, vocero de PiSA Farmacéutica, lo define como una práctica que "permite que la persona reconozca sus capacidades actuales, reduzca el peso de los pensamientos negativos y viva con mayor consciencia del presente".
El Mindfulness, a través de diversas técnicas, guía a la persona en un viaje de autodescubrimiento y aceptación. La meditación guiada, por ejemplo, enseña a enfocar la atención en la respiración y las sensaciones corporales, aquietando la mente y promoviendo la relajación. Aprender a "dejar ir" los pensamientos y emociones negativas es otra herramienta fundamental. Reconocer que todo es transitorio, que las emociones fluyen como las olas del mar, libera una enorme carga emocional.
Cultivar la "mente de principiante", observando el mundo con curiosidad y asombro, abre las puertas a nuevas perspectivas y experiencias. El ejercicio DROP (Detener, Respirar, Observar, Proseguir) ofrece una estrategia para gestionar las reacciones emocionales ante los estímulos del entorno, promoviendo la reflexión y la toma de decisiones consciente. Prestar atención a los sentidos, sin juzgar, conecta con la riqueza del momento presente, mientras que el Body Scan, un recorrido consciente por las sensaciones corporales, fortalece la conexión con el propio cuerpo y promueve el autocuidado.
La práctica del "no juzgar", aceptar los pensamientos y emociones tal como son, sin etiquetas de "bueno" o "malo", cultiva la autocompasión y reduce el estrés generado por la autocrítica constante. Finalmente, la alimentación consciente invita a disfrutar plenamente de cada bocado, saboreando las texturas, los aromas y las sensaciones, reparando la relación con la comida y el cuerpo.
En definitiva, el Mindfulness no pretende eliminar la enfermedad, sino transformar la forma en que se vive con ella. Es un camino de autoconocimiento, aceptación y reconexión con la vida, que permite encontrar paz y bienestar en medio de la adversidad. Es una invitación a vivir plenamente, aquí y ahora, a pesar del dolor, aceptando las limitaciones y celebrando las capacidades que aún permanecen.
Fuente: El Heraldo de México