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9 de junio de 2025 a las 09:30

Deja de sentir vergüenza. ¡Actúa!

El testimonio de Ana de Saracho, con más de dos décadas de experiencia en el mundo corporativo, particularmente en el sector de las telecomunicaciones, abre una profunda reflexión sobre el manejo del acoso sexual y la violencia de género en las grandes empresas, especialmente aquellas dominadas por hombres, como las del ámbito tecnológico y STEM. Su relato no solo describe una problemática, sino que desvela un sistema que silencia y margina a las víctimas mientras protege a los agresores, a menudo figuras de alto rango.

La salida “discreta” del acosador, envuelta en eufemismos como “retiro anticipado” o “reorganización”, contrasta con el ostracismo y la precariedad a la que se enfrentan las mujeres que se atreven a denunciar. Se ven obligadas a abandonar la empresa, ya sea por presiones directas, por el deterioro de su ambiente laboral, o por una combinación de ambas, mientras el agresor, en muchos casos, sale indemne, incluso con una compensación económica. Este doble estándar perpetúa la impunidad y envía un mensaje devastador: denunciar no solo no garantiza justicia, sino que puede resultar en un castigo encubierto para la víctima.

Más allá del acto inicial de acoso, De Saracho pone el foco en las microviolencias que, como pequeñas agujas, van minando la autoestima y la estabilidad emocional de las mujeres. Comentarios sutiles, miradas cargadas de significado, exclusión de proyectos importantes, estancamiento profesional… Estas conductas, a menudo invisibles para quienes no las experimentan, conforman una red de complicidad que refuerza el silencio y el miedo. Son la evidencia de una cultura empresarial que tolera, e incluso fomenta, la desigualdad y la discriminación.

La "cero tolerancia" no puede ser un simple slogan publicitario, debe traducirse en acciones concretas y consecuencias reales para los agresores. No se trata solo de implementar protocolos y capacitaciones, sino de un cambio profundo en la cultura empresarial, un cambio que priorice la protección de las personas por encima de la reputación corporativa. Es necesario romper el ciclo de impunidad y garantizar que las consecuencias de agredir sean significativamente mayores que las de denunciar.

La pregunta que plantea De Saracho, citando a Gisèlle Pelicot, resuena con fuerza: ¿cuándo cambiará la vergüenza de bando? ¿Cuándo dejarán las víctimas de cargar con el peso de la denuncia, la estigmatización y la reconstrucción de sus vidas profesionales, mientras los agresores continúan impunes? La respuesta, como bien señala De Saracho, no está en los comunicados corporativos ni en las capacitaciones superficiales, sino en la transformación de las estructuras de poder que perpetúan la violencia y el silencio. Un cambio real implica un compromiso genuino con la equidad, la transparencia y la justicia, un cambio que coloque el bienestar de las personas en el centro de la cultura empresarial. Solo entonces podremos hablar de una verdadera "cero tolerancia" y de un entorno laboral seguro y respetuoso para todas las personas.

Fuente: El Heraldo de México