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9 de junio de 2025 a las 19:30

Alto a la guerra contra migrantes

La cruzada antiinmigrante desatada en Estados Unidos ha encendido las alarmas en la comunidad internacional. Las recientes redadas y detenciones, calificadas como una auténtica "guerra contra la migración" por Graciela Zamudio Campos, directora ejecutiva de Alma Migrante, A.C., no solo vulneran los derechos humanos de los migrantes mexicanos, sino que también pisotean el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Esta situación, lejos de ser un hecho aislado, se enmarca en un contexto de creciente hostilidad hacia la población migrante, especialmente la de origen latino.

Zamudio Campos, en una contundente entrevista para "Noticias de la Mañana" de El Heraldo Televisión, denunció que estas detenciones no se limitan a personas sin documentación, sino que se extienden a cualquier individuo percibido como "extranjero", evidenciando un sesgo discriminatorio alarmante. La gravedad de la situación se acentúa al considerar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México ha declarado ilegales este tipo de detenciones migratorias, lo que convierte la actuación de las autoridades estadounidenses en un acto de flagrante violación al derecho internacional.

La migración, históricamente, ha sido un pilar fundamental en la relación entre México y Estados Unidos, un motor de colaboración, apoyo y negociación. Sin embargo, la actual coyuntura obliga a replantear los términos de esta relación. Si bien es positivo que México exija el respeto al debido proceso, como lo ha hecho, es crucial comprender que este principio ha sido sistemáticamente vulnerado con las detenciones arbitrarias. Para Zamudio Campos, este es el momento en que México debe trazar una línea roja: los derechos humanos no son negociables.

Ante la escalada de violencia contra los migrantes, la comunidad internacional no puede permanecer impasible. Existen mecanismos internacionales de protección de derechos humanos, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Internacional de Justicia, que ofrecen vías para buscar justicia y reparación. Es imperativo que se activen estos mecanismos, que se realicen audiencias para exigir a Estados Unidos explicaciones sobre sus acciones y que se le inste a detener esta política represiva.

La situación actual exige una respuesta firme y coordinada. No se trata solo de defender los derechos de los migrantes, sino de preservar los principios fundamentales del derecho internacional y la dignidad humana. La comunidad internacional debe unirse para condenar enérgicamente estas prácticas discriminatorias y exigir a Estados Unidos que respete los derechos de todas las personas, independientemente de su origen o estatus migratorio. El silencio y la inacción son cómplices de la injusticia. Es tiempo de actuar.

Más allá de las acciones legales, es fundamental visibilizar las historias humanas detrás de las cifras. Detrás de cada migrante detenido hay una familia, una historia de lucha y esperanza. Es necesario humanizar el debate migratorio, contrarrestar los discursos de odio y promover una cultura de empatía y solidaridad. La migración no es un delito, es un derecho humano.

La lucha por los derechos de los migrantes es una lucha por la justicia y la igualdad. Es una lucha que nos interpela a todos y que requiere la participación activa de la sociedad civil, las organizaciones internacionales y los gobiernos comprometidos con la defensa de los derechos humanos. El futuro de la migración depende de la respuesta que demos hoy.

Fuente: El Heraldo de México