El caos vial se apoderó esta mañana del corazón de la Ciudad de México. Una marea de taxis inundó la Avenida Insurgentes Sur, paralizando el tráfico a la altura de la emblemática Glorieta de Insurgentes. La escena, que se repite con una frecuencia que alarma a los capitalinos, pinta un cuadro de frustración para miles de conductores que se vieron atrapados en el embotellamiento. La imagen, difundida rápidamente a través de redes sociales con la etiqueta #PrecauciónVial, muestra una larga fila de vehículos detenidos, un río metálico inmóvil bajo el cielo gris de la capital. El claxon, convertido en la banda sonora de la mañana, resonaba con la impotencia de quienes veían el tiempo escurrirse entre el tráfico.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), a través de sus canales oficiales, confirmó el bloqueo y emitió recomendaciones a los automovilistas, sugiriendo como alternativas viales el Circuito Interior y el Eje 1 Poniente. Sin embargo, estas vías alternativas rápidamente se saturaron, generando un efecto dominó que extendió el caos vial a otras zonas de la ciudad. La #AlternativaVial, que en principio buscaba aliviar la congestión, se convirtió en una nueva trampa para los conductores.

La caravana de taxis, proveniente de la Calzada de Tlalpan, expresa su descontento en una de las arterias principales de la ciudad. Si bien las autoridades no han emitido un comunicado oficial sobre las razones de la protesta, versiones preliminares apuntan a la creciente inconformidad del gremio ante la competencia de las plataformas de transporte privado. La lucha por el control del pavimento se libra en las calles, con los ciudadanos como rehenes de un conflicto que parece no tener fin.

La imagen de la Glorieta de Insurgentes, usualmente vibrante y dinámica, hoy se transforma en un símbolo de la parálisis. El bloqueo, más allá de la molestia inmediata, plantea interrogantes sobre la movilidad en la capital y la necesidad de encontrar soluciones a largo plazo. ¿Hasta cuándo los ciudadanos seguirán siendo víctimas de estos bloqueos? ¿Qué medidas tomarán las autoridades para garantizar la libre circulación? La respuesta, como el tráfico esta mañana, parece estancada.

Mientras tanto, la ciudad contiene la respiración. La incertidumbre se respira en el aire, mezclada con el humo de los escapes y el sonido incesante de las bocinas. La Glorieta de Insurgentes, testigo silencioso de la historia de la ciudad, observa impasible cómo el conflicto se desarrolla a sus pies. La movilidad, un derecho fundamental, se convierte en un privilegio en una ciudad que lucha por encontrar el equilibrio entre el derecho a la protesta y la necesidad de mantener el flujo vital de su circulación.