
8 de junio de 2025 a las 21:05
Tragedia en Chihuahua: Niño rarámuri cae a pozo
La tragedia ha golpeado a la comunidad rarámuri en el corazón de la Sierra Tarahumara. Un niño de tan solo cuatro años, David, perdió la vida al caer en un pozo agrícola de 120 metros de profundidad y apenas 30 centímetros de diámetro. Imaginen la angustia de esos padres, la desesperación al no encontrar a su pequeño, la lenta agonía de la espera durante las labores de rescate. David, como tantos otros niños de su comunidad, acompañaba a su familia en la jornada laboral en una plantación de manzanas en el municipio de Cuauhtémoc, Chihuahua. Mientras los adultos trabajaban la tierra, él jugaba cerca, un escenario tan común en las zonas rurales. Un instante de descuido, un pozo sin protección, y la vida de David se apagó en la oscuridad de ese estrecho conducto.
Seis horas. Seis interminables horas duró el operativo de rescate. Bomberos, Protección Civil, autoridades municipales, todos unidos en una carrera contra el tiempo. La complejidad del rescate, la profundidad del pozo, la estrechez del conducto, todo conspiraba contra la esperanza. Se utilizaron cámaras, maquinaria especializada, sistemas de ventilación, pero finalmente, la noticia que nadie quería escuchar llegó: David había sido encontrado sin vida en el fondo del pozo.
La noticia ha conmocionado a la comunidad rarámuri y ha generado una ola de indignación en todo el estado. ¿Cómo es posible que un pozo de estas características no contara con las medidas mínimas de seguridad? ¿Cuántas veces hemos visto tragedias similares en zonas rurales donde las familias, muchas veces indígenas, trabajan en condiciones precarias? Este accidente no es un caso aislado, es un reflejo de la vulnerabilidad en la que viven muchas comunidades. Es un llamado urgente a las autoridades, a los empresarios, a la sociedad en su conjunto, para garantizar la seguridad de quienes trabajan en el campo, para proteger a los niños, para que ninguna familia tenga que vivir este dolor.
Organizaciones defensoras de los derechos de los pueblos originarios se han pronunciado enérgicamente, exigiendo una investigación exhaustiva y justicia para David. Señalan la necesidad de implementar medidas de seguridad efectivas en las zonas agrícolas, de supervisar las condiciones laborales y de asegurar que las familias indígenas tengan acceso a un trabajo digno y seguro.
La Fiscalía General del Estado ha iniciado una investigación para determinar las responsabilidades en este trágico suceso. Se espera que el informe final arroje luz sobre las circunstancias del accidente y que se tomen las medidas necesarias para evitar que se repita. Mientras tanto, el gobierno municipal ha ofrecido apoyo psicológico y legal a la familia de David, un gesto que, si bien no devuelve la vida del pequeño, al menos brinda un poco de consuelo en medio del dolor.
La muerte de David nos recuerda la fragilidad de la vida, la importancia de la prevención y la necesidad de construir un entorno seguro para todos, especialmente para los más vulnerables. Que su memoria nos impulse a trabajar por un futuro donde ningún niño pierda la vida en circunstancias tan evitables. Este no es solo el llanto de una familia, es el clamor de una comunidad, es un llamado a la conciencia de todos.
Fuente: El Heraldo de México