
9 de junio de 2025 a las 02:05
¿Tortilla gringa? EUA busca apropiarse de la receta.
La tortilla, ese disco de maíz que ha alimentado culturas durante milenios, se encuentra en el centro de una batalla silenciosa. No se trata de una guerra con armas, sino de una lucha por la identidad, la memoria y el reconocimiento. En Estados Unidos, el apetito creciente por este alimento básico latinoamericano ha dado pie a un fenómeno preocupante: la “desmexicanización” de la tortilla. Más allá de una simple transformación industrial, este proceso representa un intento de borrar la rica historia y el profundo significado cultural que la tortilla representa para México y sus comunidades.
Imaginen por un instante una tortilla sin historia. Una tortilla despojada de sus raíces indígenas, desconectada de las manos laboriosas que durante generaciones han perfeccionado el arte de la nixtamalización. Eso es precisamente lo que algunos productores en Estados Unidos están intentando crear: una tortilla “blanca”, desprovista de su vibrante pasado, adaptada a un paladar homogenizado y desconectado de la tierra que le dio origen.
Este proceso, como explican los expertos, no es nuevo. Tiene sus raíces en la época colonial, en la imposición de modelos alimentarios ajenos a las tradiciones locales. Sin embargo, en la actualidad, con la sofisticación de la tecnología y la globalización de los mercados, esta “desmexicanización” alcanza niveles nunca antes vistos. Máquinas que producen “masa seca” en cuestión de minutos, eliminando no solo el proceso artesanal, sino también la conexión espiritual con el alimento.
La ironía es palpable. Mientras que en algunos círculos gastronómicos de Estados Unidos se celebra la “autenticidad” de la tortilla, en otros se busca precisamente eliminarla. Se la presenta como un producto novedoso, “tecnológicamente avanzado”, ocultando su milenaria historia y el ingenio de las mujeres indígenas que la crearon. Se habla de “saltos tecnológicos de cinco mil años”, ignorando que esos cinco mil años representan un legado de conocimiento y tradición invaluable.
Este blanqueamiento de la tortilla no se limita a la producción. Se extiende a la narrativa, a la forma en que se presenta y se comercializa. Se omiten las referencias a su origen indígena, a la nixtamalización, a la importancia del maíz en la cosmovisión mesoamericana. Se la despoja de su identidad para convertirla en un producto genérico, fácilmente digerible por el mercado masivo.
¿Qué perdemos cuando perdemos la historia de la tortilla? Perdemos la conexión con nuestras raíces, con la sabiduría ancestral, con la riqueza cultural que nos define. Perdemos la oportunidad de apreciar la complejidad de un alimento que va más allá de la simple nutrición. Perdemos, en definitiva, una parte de nosotros mismos.
La lucha por la tortilla es una lucha por la memoria. Es una lucha por el reconocimiento de las culturas que la han moldeado a lo largo de los siglos. Es una lucha por un futuro en el que la comida no sea solo un producto de consumo, sino un reflejo de nuestra historia, nuestra identidad y nuestra humanidad. Es una invitación a reflexionar sobre lo que comemos y a valorar el legado cultural que se esconde detrás de cada bocado.
Fuente: El Heraldo de México