
8 de junio de 2025 a las 09:25
Tlaxcala: ¿Eventos sin medallas?
La promesa del desarrollo a través del deporte se desmorona una vez más en Tlaxcala. El brillo de los eventos internacionales, como el voleibol de playa y el tiro con arco, que año tras año iluminan el estado, contrasta con la opaca realidad de sus atletas en la Olimpiada Nacional. Un ciclo que se repite, una historia de desilusión que se escribe con la tinta de la ineficacia. Mientras la gobernadora Lorena Cuéllar, con su trayectoria política que atraviesa diversos partidos, presume la derrama económica de estas competencias, los jóvenes deportistas tlaxcaltecas se enfrentan a la cruda realidad: un lugar en el sótano del medallero.
¿De qué sirve la promesa de prosperidad si no se traduce en inversión real en el futuro del deporte? Las cifras hablan por sí solas: el lugar 33 de 35 en la ON 2025, con una medalla de plata y tres de bronce, es un golpe a la aspiración de cualquier atleta. Un resultado que, a pesar de que aún faltan semanas de competencia, se antoja difícil de remontar. Y es que la historia reciente no invita al optimismo: 23 medallas en 2022, 35 en 2023 y 33 en 2024, una secuencia que consolida a Tlaxcala en la parte baja de la tabla.
La pregunta que resuena en el corazón de estos jóvenes deportistas es clara: ¿dónde está el apoyo? Mientras los políticos se congratulan por la llegada de recursos, mientras los empresarios buscan su tajada del pastel, el talento tlaxcalteca se marchita ante la falta de una política pública sólida que impulse el alto rendimiento. No se trata solo de organizar eventos, se trata de construir un sistema que nutra y potencie a las futuras generaciones de atletas.
La sombra de figuras como Miguel Arroyo, Julio Pérez Cuapio y Madaí Pérez, ejemplos de éxito forjados hace décadas, se alarga sobre la realidad actual. Su brillo recuerda lo que Tlaxcala fue capaz de lograr y lo que, con una gestión adecuada, podría volver a ser. El nombramiento de Madaí Pérez como directora del Instituto del Deporte, un cargo que ocupó sin pena ni gloria antes de incursionar en la política, se convierte en un símbolo de la falta de compromiso real con el deporte.
La verdadera derrama económica no se mide en la afluencia de turistas o en los beneficios para unos cuantos, sino en la capacidad de transformar vidas a través del deporte. Es hora de que Tlaxcala deje de ser un escenario para la foto política y se convierta en un semillero de campeones. Es hora de invertir en infraestructura, en entrenadores capacitados, en programas de desarrollo a largo plazo. Es hora de que el deporte deje de ser una promesa vacía y se convierta en una realidad tangible para los jóvenes tlaxcaltecas. El futuro del deporte en Tlaxcala no puede seguir siendo un mito, debe ser una apuesta decidida por el talento y la pasión de sus atletas.
Fuente: El Heraldo de México