
8 de junio de 2025 a las 09:25
Reflejos de Poder
En Veracruz, la sombra de la violencia se cierne sobre el proceso democrático. Más de 500 renuncias de candidatos a ediles, un número que hiela la sangre, nos hablan de un contexto donde el miedo y la intimidación se imponen. Ante esta realidad desoladora, la labor de los periodistas veracruzanos se erige como un faro de esperanza. Con valentía y compromiso inquebrantable, estos profesionales de la información se enfrentan a diario al peligro, convirtiéndose en la voz de aquellos que han sido silenciados por la violencia. Su trabajo, más que periodismo, es un acto de resistencia, una defensa férrea de la libertad de expresión en un territorio donde ejercerla puede costar la vida.
No son simples cronistas de la política local; son los guardianes de la memoria, los que documentan las historias de quienes han caído víctimas de la delincuencia organizada, los que se niegan a olvidar los nombres y las circunstancias que rodean cada renuncia forzada. En el Día de la Libertad de Expresión, su labor merece no solo reconocimiento, sino también protección y garantías para que puedan continuar informando sin temor a represalias.
Esta situación no es exclusiva de Veracruz. A nivel federal, los periodistas que cubren la fuente legislativa también desempeñan un papel crucial en la transparencia democrática. Su escrutinio constante del poder legislativo, su análisis de las decisiones que impactan en la vida de millones de mexicanos, son fundamentales para una sociedad informada y participativa. En un contexto donde el gobierno federal ha emprendido una campaña de desprestigio contra la prensa, el apoyo a estos comunicadores se vuelve aún más urgente. La defensa de la libertad de expresión no es una opción, es una obligación para todos los que creemos en la democracia.
El reconocimiento al trabajo periodístico, como bien lo ha señalado Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI, es vital. En un país donde la verdad se ha vuelto incómoda para algunos, donde la crítica es silenciada con violencia, la labor de los medios de comunicación se convierte en un baluarte contra la opacidad y el autoritarismo. Recordar a los periodistas que han perdido la vida en el ejercicio de su profesión es un acto de justicia y un llamado a la acción. Su sacrificio no puede ser en vano; debe inspirarnos a construir un México donde la libertad de expresión sea un derecho inalienable, donde la palabra no se ahogue en la violencia, y donde la información fluya libremente.
Las palabras de Fernando Gutiérrez Barrios, "Los medios de comunicación son el espejo del poder", resuenan con fuerza en el contexto actual. Si el reflejo que vemos en ese espejo es el de un poder fracturado, amenazado por la violencia y la corrupción, es precisamente la labor periodística la que nos permite ver esa realidad con claridad, sin adornos ni eufemismos. Y es también esa labor la que nos impulsa a exigir un cambio, a construir un país donde el poder esté al servicio de la ciudadanía, no al revés.
En este sentido, quiero expresar mi profundo agradecimiento a El Heraldo de México, la casa editorial que me ha brindado el espacio para expresar mis ideas libremente, con respeto y pluralidad. Mi reconocimiento se extiende a todos los que forman parte de este medio, desde sus directivos hasta cada uno de sus trabajadores, por su compromiso con la verdad y la libertad de expresión.
El panorama es complejo, sin duda. Pero la lucha por la libertad de expresión, por un periodismo independiente y crítico, debe continuar. Los periodistas, con su valentía y compromiso, nos demuestran que la verdad, por más incómoda que sea, siempre encontrará la forma de salir a la luz. Y es nuestro deber, como ciudadanos, defender y proteger a quienes la defienden.
Fuente: El Heraldo de México