Un cambio histórico sopla sobre las tierras morelenses. Por primera vez, las comunidades nahuas de este estado tienen en sus manos el poder de transformar su realidad. Ya no hay intermediarios, ya no hay burocracia que retrase el progreso. Los recursos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social para Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas (FAISPIAM) han llegado directamente a quienes más los necesitan, marcando un hito en el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios.

Imaginen la escena: bajo el sol de Morelos, la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, junto a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y la gobernadora Margarita González Saravia, entrega los recursos a las comunidades nahuas. No se trata solo de dinero, sino de la materialización de un sueño: el poder decidir sobre su propio futuro. Agua potable para cada hogar, sistemas de drenaje que dignifiquen la vida, la luz eléctrica iluminando las noches, viviendas que brinden cobijo y seguridad, escuelas y centros de salud que atiendan las necesidades de la comunidad. Todo esto, y mucho más, es posible gracias a esta inyección de recursos que llega sin intermediarios, directamente del corazón del gobierno a las manos de quienes lo necesitan.

Este nuevo modelo de atención es un acto de justicia histórica. Reconoce la lucha incansable de los pueblos originarios por ser escuchados, por ser tomados en cuenta. Es un paso firme hacia una transformación social profunda, donde el poder reside en la base, en la sabiduría ancestral de las comunidades. Ya no se trata de imponer soluciones desde arriba, sino de escuchar las voces que surgen desde la tierra, de comprender las necesidades reales de quienes habitan estos territorios.

En Coatetelco, la emoción era palpable. Las comunidades nahuas, reunidas en asamblea, tienen ahora la responsabilidad y el privilegio de decidir cómo invertir estos recursos. ¿Qué obras son prioritarias? ¿Qué proyectos impactarán de manera más significativa en la vida de las familias? Estas son las preguntas que resonarán en las asambleas, donde la voz de cada integrante de la comunidad tendrá el mismo peso, el mismo valor.

Este modelo de gestión directa, que se replica en 20 mil pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas a lo largo y ancho del país, cuenta con un presupuesto de 12 mil 374 millones de pesos. Una cifra que se traduce en esperanza, en oportunidades, en un futuro más próspero para las zonas más vulnerables. El FAISPIAM es la herramienta que permitirá reducir la marginación, llevando infraestructura y servicios básicos a quienes por mucho tiempo han sido olvidados.

La secretaria Montiel Reyes no solo entregó recursos, sino que también reconoció la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. "Nos han enseñado a gobernar desde abajo", afirmó, destacando la importancia de la toma de decisiones colectivas en asambleas. Un reconocimiento a la democracia participativa, al poder de la comunidad, a la fuerza que surge de la unión y la colaboración.

Los servidores de la nación, presentes en cada rincón del país, juegan un papel fundamental en este proceso. Son ellos quienes facilitan la comunicación entre el gobierno y las comunidades, quienes acompañan y asesoran en la gestión de los recursos, quienes se aseguran de que este nuevo modelo de atención funcione de manera transparente y eficiente. Son el puente que conecta la voluntad política con la realidad de los pueblos originarios.

Este es un momento histórico para Morelos, para México. Un paso decisivo hacia un futuro más justo e igualitario. El futuro se construye desde abajo, desde las raíces, desde la fuerza y la sabiduría de los pueblos originarios. Y hoy, más que nunca, tienen en sus manos el poder para hacerlo realidad.