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8 de junio de 2025 a las 09:25

El negocio mortal: narcos y armas

La sombra del imperio se cierne sobre la lucha contra el narcotráfico. La reciente decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos de desestimar la demanda de México contra los fabricantes de armas no es solo un revés legal, es una bofetada a la cooperación bilateral y una inyección de adrenalina al corazón del crimen organizado. Imaginen el escenario: cárteles mexicanos, etiquetados como terroristas por el propio gobierno estadounidense, equipados con armamento de última generación, superando en potencia de fuego a las fuerzas del orden mexicanas. No hablamos de una simple ventaja, sino de una brecha abismal que convierte a nuestros soldados y policías en presas fáciles, en carne de cañón frente a un enemigo cada vez más sofisticado y letal.

Esta decisión no solo fortalece a los cárteles contra el Estado, sino que también aviva la guerra interna entre ellos. Más armas, más poder, más violencia. Un círculo vicioso que se traduce en un aumento exponencial de homicidios, en un baño de sangre que tiñe las calles de México y amenaza con desbordarse hacia el norte. ¿Acaso no es una ironía que las mismas armas que inundan nuestro país y alimentan la violencia puedan, eventualmente, volverse contra las fuerzas del orden estadounidenses? La frontera, ese espacio poroso donde se entrelazan los destinos de dos naciones, se convierte en un escenario de alto riesgo, en una línea de fuego donde la seguridad de ambos países pende de un hilo.

No nos engañemos, el contrabando de armas no es un secreto. Los mecanismos están bien documentados, los actores identificados. Desde los prestanombres que adquieren arsenales en armerías y mercados de segunda mano, hasta los clubes de motociclistas y pandillas que actúan como intermediarios, la cadena de suministro fluye con la precisión de un reloj suizo. Y los fabricantes, ¿qué papel juegan en esta tragedia? No son ajenos a la realidad, incluso diseñan modelos personalizados para el gusto de los narcos, con grabados de la Santa Muerte o hojas de marihuana, chapados en oro, símbolos de una cultura de la muerte que se alimenta de la impunidad y la indiferencia.

México no puede quedarse de brazos cruzados. La lucha contra el fentanilo, una prioridad compartida, se ve socavada por la inundación de armas que llega del norte. Debemos insistir en la colaboración, exigir que Estados Unidos asuma su responsabilidad en este conflicto. Las demandas pendientes en cortes estadounidenses deben ser el punta de lanza de una ofensiva diplomática y legal que busque sancionar a los fabricantes que, con su avaricia, contribuyen a la desestabilización de nuestro país. No se trata solo de justicia, se trata de supervivencia.

La farsa de la "guerra contra las drogas" se vuelve aún más evidente con esta decisión. Mientras el flujo de armas continúe sin control, cualquier esfuerzo por combatir el narcotráfico será en vano. Estamos atrapados en un juego macabro donde las reglas las dicta el mercado negro y donde la vida de miles de mexicanos se sacrifica en el altar de la indiferencia. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo cómplices silenciosos de esta tragedia? ¿Qué futuro nos espera si no actuamos con decisión y valentía? La pregunta queda en el aire, esperando una respuesta que no puede esperar más. Es hora de alzar la voz, de exigir un cambio real, de construir un futuro donde la paz no sea una utopía, sino una realidad tangible.

Fuente: El Heraldo de México