Imagina la escena: una familia reunida alrededor de la mesa, compartiendo risas y historias. La comida, deliciosa, humea en los platos, pero algo no encaja. Una tensión sutil flota en el aire, las conversaciones se cortan, la alegría parece forzada. ¿La causa? Podría ser tan simple como la ubicación de la mesa del comedor. Según el Feng Shui, pegarla a la pared es un error que puede estar bloqueando el flujo positivo de energía, el chi, y afectando la armonía familiar.

El Feng Shui, esa antigua sabiduría china que busca la armonía entre el ser humano y su entorno, nos enseña que la disposición de los muebles no es una mera cuestión estética. Cada objeto, cada color, cada espacio influye en la energía que nos rodea. Y el comedor, corazón del hogar, lugar de encuentro y nutrición, es un espacio especialmente sensible a estas energías.

Pensémoslo bien. La mesa del comedor es testigo de nuestras vidas: celebraciones, confidencias, discusiones, momentos de unión familiar. Es el punto focal donde compartimos no solo alimentos, sino también emociones y experiencias. Si la energía a su alrededor está bloqueada, ¿cómo esperamos que fluya la comunicación y la armonía?

Expertos en Feng Shui, como Corina Mendoza y Montserrat Beltrán, cuyas investigaciones han sido ampliamente difundidas en publicaciones especializadas, insisten en la importancia de ubicar la mesa en el centro del comedor. Esta posición permite que el chi circule libremente, nutriendo a todos los comensales por igual y creando un ambiente propicio para la conexión y el bienestar.

Claro, entendemos que en la vida real, no todos contamos con espacios amplios y diáfanos. Si el tamaño de tu comedor no permite colocar la mesa en el centro, la solución no es resignarse a un ambiente energéticamente desequilibrado. El Feng Shui, en su sabiduría práctica, ofrece alternativas. Intenta al menos despegar la mesa de la pared lo máximo posible. Incluso unos centímetros pueden marcar la diferencia. Si es inevitable arrinconar algún lado, que sea solo una silla, manteniendo el resto del espacio accesible y fluido.

Más allá de la ubicación, la forma y el material de la mesa también juegan un papel importante. Las mesas rectangulares u ovaladas, especialmente las de madera, son las más recomendadas por el Feng Shui. Su forma promueve la comunicación y la unión, mientras que la madera, elemento natural y cálido, aporta una energía de estabilidad y crecimiento.

Los colores también influyen. Tonos neutros o suaves en las paredes, el mobiliario y la decoración, crean un ambiente equilibrado y relajante, propicio para la conversación y la digestión. Por otro lado, los colores demasiado intensos o vibrantes pueden sobreestimular la energía del comedor, generando tensión o incluso dificultando la digestión.

El tamaño de la mesa también importa. Una mesa demasiado grande en un espacio pequeño puede sobrecargar la energía del ambiente, creando una sensación de opresión. Mientras que una mesa demasiado pequeña puede generar una sensación de vacío e inseguridad. La clave está en encontrar el equilibrio, la proporción adecuada entre el tamaño de la mesa y el espacio disponible.

Y un último detalle, pero no menos importante: asegúrate de que la mesa no obstruya la entrada al comedor. La puerta es la boca del chi, el punto por donde entra la energía vital a este espacio. Mantenerla despejada permite que el flujo de energía positiva entre libremente, nutriendo el ambiente y facilitando la interacción entre quienes comparten la mesa.

En definitiva, el Feng Shui nos invita a ser conscientes de cómo interactuamos con nuestro entorno. Detalles aparentemente insignificantes, como la ubicación de la mesa del comedor, pueden tener un impacto profundo en nuestra energía y bienestar. Aplicar estos principios milenarios nos permite crear espacios armoniosos y equilibrados, donde la energía fluya libremente y la vida se desarrolle en plenitud.