Un hito histórico se dibuja en el horizonte de la justicia mexicana. La designación de Hugo Aguilar Ortiz, abogado de origen mixteco, como próximo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), no solo marca un cambio de timón en la institución, sino que resuena como un eco de la profunda transformación social que vive el país. Más de un siglo y medio después de Benito Juárez, un indígena vuelve a ocupar la presidencia del máximo órgano judicial, un símbolo poderoso de inclusión y reconocimiento a la riqueza cultural de México. Su nombramiento, como lo ha destacado la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, no es un evento aislado, sino el reflejo de un México que se reinventa, que abraza su diversidad y que busca la justicia social como pilar fundamental.

La elección de Aguilar Ortiz, "votado por el pueblo de México, reconocido por el pueblo de México", trasciende el ámbito jurídico. Representa la esperanza de millones de mexicanos que ven en su figura la posibilidad de una justicia más cercana, más sensible a las realidades de las comunidades indígenas, históricamente marginadas. Su honestidad y su reconocida trayectoria como abogado, combinadas con su origen indígena, lo convierten en un símbolo de la lucha por la equidad y la representación. Es un triunfo para la diversidad, un paso firme hacia un país donde todos tengan las mismas oportunidades.

Este nombramiento histórico se enmarca en un contexto de importantes avances en materia de derechos indígenas. La asignación de 12 mil 300 millones de pesos al Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social para Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas (FAISPIAM), junto con los más de tres mil millones destinados a caminos artesanales, refleja el compromiso del gobierno con el desarrollo y bienestar de estas comunidades. Es una inversión sin precedentes que busca cerrar las brechas históricas de desigualdad y garantizar el acceso a servicios básicos, infraestructura y oportunidades para los pueblos originarios.

La entrega directa de estos recursos a las comunidades, para que sean ellas mismas, a través de sus usos y costumbres y en sus asambleas, quienes decidan su aplicación, representa un cambio de paradigma en la política pública. Se empodera a las comunidades, se les reconoce su autonomía y se les da la voz que por tanto tiempo les fue negada. Es un paso crucial hacia la autodeterminación y la construcción de un futuro más justo e inclusivo.

La presidenta Sheinbaum Pardo ha enfatizado que este proceso "ya no tiene marcha atrás, solamente pasos adelante". Es un llamado a la esperanza, una invitación a construir un México donde la diversidad sea motivo de orgullo y donde la justicia alcance a todos, sin importar su origen o condición social. La designación de Hugo Aguilar Ortiz como presidente de la SCJN y la inversión histórica en las comunidades indígenas y afromexicanas son testimonio de un México en transformación, un México que camina hacia un futuro más equitativo y próspero, un México que reconoce y celebra la riqueza de sus raíces. Este es el camino, y como lo ha expresado la presidenta, es un orgullo ser mexicano y ser testigo de esta profunda transformación. Es un momento para celebrar la historia, la profundidad de esa historia, y la importancia vital de los pueblos originarios en la construcción de un México mejor.