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7 de junio de 2025 a las 09:10

Exigencias absurdas: ¿Te están pidiendo demasiado?

La insistencia del gobierno mexicano en reabrir la herida de la conquista, exigiendo disculpas por hechos ocurridos hace siglos, resulta no solo anacrónica, sino también contraproducente. Más allá de la retórica inflamada y el oportunismo político que subyace a estas demandas, es fundamental recordar que la historia, con sus luces y sombras, no puede modificarse a conveniencia. Pretender juzgar el pasado con la moral del presente es un ejercicio fútil y, en muchos casos, peligroso.

El Tratado de Paz y Amnistía de 1836 entre México y España, un documento de trascendental importancia histórica, zanjó de manera definitiva cualquier controversia derivada del periodo colonial. En él, España reconoció la independencia y soberanía de México, renunciando a cualquier pretensión sobre su territorio. Más aún, el tratado estableció un "total olvido de lo pasado", una amnistía general y completa que abarcó a todos los mexicanos y españoles, sin excepción, independientemente del papel que hubieran desempeñado durante la guerra. Este acuerdo, fruto de la diplomacia y la voluntad de construir un futuro en común, sentó las bases para una relación bilateral basada en el respeto mutuo y la cooperación.

Insistir en las disculpas, a pesar de la claridad del tratado, no solo ignora la historia y el derecho internacional, sino que también erosiona los lazos entre dos naciones que comparten un rico legado cultural e histórico. La verdadera reconciliación no se construye sobre la base de resentimientos y recriminaciones, sino a través del reconocimiento mutuo, el diálogo y la colaboración. En lugar de remover las cenizas del pasado, es más constructivo enfocar los esfuerzos en fortalecer los vínculos entre México y España, promoviendo el intercambio cultural, la cooperación económica y el entendimiento mutuo.

Es innegable que la conquista española tuvo un impacto profundo y complejo en México. Sin embargo, la historia no es un relato simplista de buenos y malos, vencedores y vencidos. Es un tejido intrincado de acontecimientos, circunstancias y decisiones, que debe ser analizado con rigor y objetividad, evitando caer en la tentación de las simplificaciones y los maniqueísmos. Cinco siglos después, es momento de superar las narrativas victimistas y construir un futuro común basado en el respeto, la comprensión y la colaboración. La insistencia en las disculpas, lejos de promover la reconciliación, alimenta la polarización y el resentimiento, poniendo en riesgo la valiosa relación entre México y España. Es hora de pasar página y centrarse en la construcción de un futuro compartido, aprovechando las oportunidades que ofrece la colaboración entre dos naciones hermanas. El pasado, aunque no debe olvidarse, no debe ser un obstáculo para el progreso y la entendimiento mutuo. La diplomacia, el diálogo y el respeto a los tratados internacionales son las herramientas que permitirán forjar un futuro más próspero y enriquecedor para ambas naciones.

Fuente: El Heraldo de México