
7 de junio de 2025 a las 09:20
Domina tu energía
La jornada electoral del domingo pasado dejó un sabor agridulce en la boca de todos. Más allá de los resultados, que muestran un panorama fragmentado y sin un claro vencedor, la verdadera protagonista fue la apatía ciudadana. Un 87% de abstencionismo en la elección del Poder Judicial es una cifra que debería encender todas las alarmas. No se trata de un simple desinterés, sino de una profunda desconexión entre la ciudadanía y las instituciones. ¿Cómo podemos hablar de democracia cuando la gran mayoría decide no participar? Este dato es aún más preocupante si consideramos las irregularidades denunciadas por la OEA, que ponen en entredicho la transparencia y legitimidad del proceso. El uso de "acordeones", la movilización del voto y el recorte presupuestal al INE son prácticas que no podemos permitir que se normalicen.
En el ámbito local, las elecciones en Durango y Veracruz nos ofrecen una radiografía de la compleja realidad política del país. Si bien la participación fue mayor que en la elección del Poder Judicial, los resultados muestran un escenario competitivo y fragmentado. En Durango, la alianza PAN-PRI logró una victoria ajustada, a pesar del despliegue de Morena en la región. Este resultado pone de manifiesto la capacidad de la oposición para resistir el avance del partido gobernante, aunque también evidencia la dificultad de construir una alternativa sólida.
Veracruz, por su parte, confirma la hegemonía de Morena, aunque con una disminución en su número de alcaldías. La irrupción de Movimiento Ciudadano como segunda fuerza política es un dato a tener en cuenta, que podría reconfigurar el mapa político de cara a las elecciones de 2027. El PRI, en cambio, se encuentra en una situación delicada, lejos de sus épocas de gloria.
Más allá de los números y las estadísticas, la jornada electoral nos deja algunas reflexiones importantes. La creciente apatía ciudadana es un síntoma de la crisis de representatividad que atraviesa nuestro sistema político. Es necesario fortalecer las instituciones, garantizar la transparencia de los procesos electorales y, sobre todo, recuperar la confianza de la ciudadanía.
El intercambio de acusaciones entre los líderes partidistas, lejos de contribuir al debate democrático, alimenta la polarización y el desencanto. La victimización y la búsqueda de culpables no resuelven los problemas de fondo. Es hora de dejar de lado las estrategias cortoplacistas y trabajar en la construcción de un país más justo, equitativo y democrático. El futuro de México está en juego y no podemos permitirnos seguir por el camino de la indiferencia.
El análisis de los resultados electorales no debe limitarse a la simple contabilidad de votos. Es fundamental comprender las causas profundas de la abstención, las motivaciones del electorado y las estrategias de los diferentes partidos políticos. Solo así podremos construir un diagnóstico preciso de la situación actual y proponer soluciones que permitan fortalecer nuestra democracia. El reto es grande, pero la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas son las claves para construir un futuro mejor.
Fuente: El Heraldo de México