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7 de junio de 2025 a las 22:25

Deyra Barrera y el himno: ¿error en Worlds Collide?

La noche del 7 de junio, el aire en Los Ángeles vibraba con la expectativa del choque de titanes: World Collide, el evento que prometía un enfrentamiento épico entre las estrellas de la WWE y la AAA. Un crisol de culturas, un choque de estilos, una batalla por la supremacía en el mundo del pancracio. Pero antes de que los músculos chocaran y las cuerdas vibraran con la furia de los combates, un momento inesperado robó el aliento del público.

Deyra Barrera, la cantante encargada de entonar el himno nacional mexicano, se alzó en el escenario. Miles de ojos la observaban, las luces la bañaban, y en el silencio expectante, comenzó a fluir la melodía patriótica. Cada nota resonaba con la solemnidad del momento, uniendo a mexicanos y estadounidenses en un instante de respeto compartido. La voz de Barrera, clara y potente, llenaba el estadio, llevando a cada presente a un viaje emocional a través de la historia y el orgullo de México.

Sin embargo, a medida que se acercaba el final de su interpretación, un silencio tenso comenzó a apoderarse del ambiente. Una palabra incorrecta, una desviación de la letra original del himno, resonó en el estadio. "De la paz del arcángel divino," cantó Barrera, en lugar de "el sacro patrio pendón." Un susurro colectivo recorrió las gradas. Alguien, desde la multitud, gritó: "¡No se lo sabe!". El instante se congeló, suspendido entre la sorpresa y la incertidumbre.

La tensión se podía cortar con un cuchillo. Barrera, visiblemente afectada, continuó con la interpretación, su voz temblorosa, pero firme. En ese momento, la fragilidad humana se hizo presente en el escenario, recordándonos que incluso en los momentos de mayor presión, somos susceptibles al error.

Pero entonces, algo mágico sucedió. El público, en lugar de abuchear o criticar, respondió con una oleada de apoyo. Al finalizar el himno, un estruendoso aplauso resonó en el estadio, un aplauso que no solo reconocía el valor de Barrera al enfrentarse a la multitud, sino también su intento de honrar a México en un escenario internacional. Los gritos de aliento se mezclaban con los aplausos, creando una atmósfera de solidaridad y comprensión.

El incidente con el himno, lejos de empañar el evento, se convirtió en un testimonio del espíritu humano. Un recordatorio de que los errores son parte de nuestra naturaleza, y que la verdadera grandeza reside en la capacidad de sobreponernos a ellos con dignidad y en la generosidad del público al reconocer el esfuerzo y la valentía. La noche del 7 de junio, en Los Ángeles, no solo se enfrentaron dos gigantes de la lucha libre, sino que también se unieron dos naciones en un momento de inesperada empatía y apoyo. La historia de Deyra Barrera, más allá del error, se convirtió en un símbolo de resiliencia y en un recordatorio del poder unificador de la música y el deporte. Un momento que, sin duda, resonará en la memoria de los presentes mucho después de que las luces del estadio se hayan apagado. ¿Habrá aprendido la lección? ¿La volveremos a ver entonando el himno en un evento de esta magnitud? Solo el tiempo lo dirá.

Fuente: El Heraldo de México