La pesadilla vial se ha desatado esta tarde-noche del viernes 6 de junio en el norte del Valle de México. Imaginen: horas atrapados en un mar de metal, el claxon como banda sonora de la desesperación, y la frustración creciendo con cada minuto que la aguja del reloj avanza. Esto es lo que están viviendo cientos de automovilistas en la autopista México-Querétaro y su continuación en el Periférico Norte, incluyendo el segundo piso del Viaducto Elevado.

Desde Tlalnepantla hasta Tepotzotlán, la escena se repite: un enjambre de vehículos prácticamente inmóviles, avanzando a paso de tortuga, con la esperanza de llegar a su destino… algún día. La causa de este monumental atasco se encuentra en las obras de bacheo que se están realizando en la avenida Las Ánimas, una arteria vital para el acceso a parques industriales y Centros de Distribución (Cedis).

Las redes sociales se han convertido en el altavoz de la indignación colectiva. Imágenes y videos compartidos por los afectados muestran la magnitud del caos: filas interminables de autos, conductores con el rostro desencajado, y un horizonte de luces traseras que parece extenderse hasta el infinito. Algunos usuarios reportan estar varados desde hace más de seis horas, una situación que pone a prueba la paciencia de cualquiera. El tramo más crítico se ubica a la altura de la avenida Circunvalación, rumbo a Teoloyucan, donde el tapón vial ha generado un efecto dominó que alcanza ya Plaza Satélite, acumulando rezagos viales de más de 20 kilómetros.

Las autoridades exhortan a evitar la zona, pero para muchos, esta recomendación llega demasiado tarde. Quienes se encuentran atrapados en el embotellamiento se preguntan cuánto tiempo más tendrán que soportar esta situación. La incertidumbre se suma a la frustración, generando un cóctel explosivo de emociones negativas.

¿Qué alternativas existen? Para quienes aún no han salido rumbo al norte del Valle de México, la recomendación es clara: posponer el viaje si es posible. Si el desplazamiento es inevitable, se sugiere explorar rutas alternas, aunque esto implique un rodeo considerable. Aplicaciones de navegación y mapas en tiempo real pueden ser de gran ayuda para identificar las vías menos congestionadas.

Más allá de las molestias inmediatas, este caos vial pone de manifiesto la fragilidad de la infraestructura vial en una zona de alta densidad poblacional y actividad industrial. Las obras de mantenimiento son necesarias, sin duda, pero la planificación y ejecución de las mismas deben considerar el impacto que generan en la movilidad de miles de personas. ¿Se podrían haber implementado estrategias para mitigar el impacto del tráfico? ¿Se informó adecuadamente a los automovilistas sobre las obras y sus posibles consecuencias? Estas son preguntas que exigen respuestas.

Mientras tanto, la noche avanza y cientos de personas siguen atrapadas en el infierno vial del norte del Valle de México, a la espera de una liberación que parece no llegar nunca. La paciencia se agota, la gasolina también, y la frustración se convierte en la compañera forzosa de un viaje que se ha transformado en una auténtica odisea.