La tensión dentro del magisterio mexicano alcanza niveles críticos. La irrupción violenta de miembros de la CNTE en la sede del SNTE, este jueves 5 de junio, ha generado una profunda conmoción en el gremio. La quema de mobiliario y objetos, incluyendo parte del archivo histórico, no solo representa una pérdida material significativa, sino también un ataque simbólico a la historia y la memoria del sindicato. Las imágenes de las oficinas vandalizadas, difundidas ampliamente en redes sociales, han generado indignación y preocupación entre los docentes. ¿Es esta la forma de luchar por los derechos laborales? ¿Es la violencia el camino para lograr la abrogación de la ley del ISSSTE de 2007 y otras demandas?

El vocero del SNTE, José García Mora, visiblemente consternado, ha calificado estos actos como "inéditos y sumamente graves", alejados de los principios que han guiado al sindicato durante sus más de 80 años de existencia. Sus palabras reflejan la preocupación de un magisterio dividido, enfrentado a una crisis interna que amenaza con fracturar la unidad del gremio. García Mora ha insistido en que estos grupos radicales no representan la totalidad del magisterio, ni mucho menos la postura del SNTE. Sin embargo, la contundencia de las acciones violentas pone en evidencia la profunda insatisfacción que prevalece en un sector del profesorado.

La destrucción del archivo histórico, un repositorio invaluable de la lucha sindical, representa una pérdida irreparable para la memoria colectiva del magisterio. Documentos, fotografías, registros de acontecimientos cruciales para la historia del SNTE, ahora reducidos a cenizas. ¿Qué se pretende ocultar con esta destrucción? ¿Acaso se busca borrar la historia para reescribirla a conveniencia? La gravedad de este acto vandálico trasciende lo material y se convierte en un atentado contra la identidad misma del sindicato.

Mientras el SNTE busca el diálogo y la negociación, las acciones violentas de la CNTE dificultan cualquier intento de acercamiento. La cancelación de la reunión con la Presidencia de la República, a raíz de los disturbios, confirma la complejidad del escenario. ¿Cómo dialogar bajo la amenaza de la violencia? ¿Cómo construir un futuro sobre las cenizas del pasado?

La coincidencia en algunas demandas, reconocida por el propio García Mora, abre una pequeña ventana de oportunidad. Sin embargo, la insistencia en métodos violentos, como la irrupción en Guerrero durante un acto de la Sección 14 del SNTE, aleja la posibilidad de un acuerdo. La pregunta que resuena en el aire es: ¿prevalecerá la razón sobre la violencia? ¿Podrá el magisterio encontrar la unidad en medio de la tormenta? El futuro del SNTE, y del magisterio en su conjunto, depende de la respuesta a estas preguntas. La necesidad de un diálogo constructivo, alejado de la violencia y la destrucción, es más urgente que nunca.