6 de junio de 2025 a las 23:50
Profesor arruina vida de alumno en clase de Jiu-Jitsu
La comunidad del jiu-jitsu mundial contiene la respiración. El eco del veredicto a favor de Jack Greener resuena con la fuerza de una llave de brazo perfectamente ejecutada, pero con consecuencias mucho más profundas. 56 millones de dólares. Una cifra que no devuelve la movilidad a Greener, pero que sí marca un antes y un después en la forma en que se percibe la responsabilidad y la seguridad en las artes marciales. No se trata solo de dinero, se trata de justicia, de reconocer el dolor irreparable causado por una negligencia inaceptable. Se trata de un llamado a la reflexión, un grito de alerta para todos aquellos que se dedican a la enseñanza de disciplinas que, si bien conllevan un riesgo inherente, no deben convertirse en un escenario de tragedia.
El caso de Greener, un joven lleno de vida y con la pasión del jiu-jitsu recién descubierta, es un ejemplo desgarrador. Imaginen la escena: el Club Del Mar Jiu-Jitsu Club en 2018, un entrenamiento aparentemente normal, la confianza depositada en un instructor, Francisco "Sinistro" Iturralde, y en un instante, todo cambia. Una técnica mal aplicada, una presión excesiva, un error fatal que transforma la vida de un joven de 23 años en un desafío constante. La parálisis del cuello hacia abajo no solo le robó la movilidad, le robó la vida que había planeado, los sueños que perseguía.
La sentencia del jurado es contundente: negligencia. No se trató de un riesgo asumido al practicar un deporte de contacto. Fue una imprudencia, una falta de cuidado, una violación de la confianza que un estudiante deposita en su instructor. El jiu-jitsu, como cualquier arte marcial, exige disciplina, respeto y, sobre todo, un compromiso inquebrantable con la seguridad. El instructor, figura de autoridad y guía, tiene la obligación moral y legal de proteger a sus alumnos, de instruirlos con diligencia y de evitar a toda costa ponerlos en peligro.
Pero la historia de Jack Greener no termina en la tragedia. Su espíritu indomable, su resiliencia ante la adversidad, es una lección de vida para todos. Tras meses de hospitalización y una rehabilitación extenuante, ha logrado redefinir su existencia. Se ha reinventado. Hoy, como alpinista adaptado y orador motivacional, inspira a otros a superar sus propios desafíos, a encontrar la fuerza interior para levantarse después de la caída. Su voz, amplificada por la valentía y la perseverancia, llega a miles de personas que encuentran en su historia un ejemplo de superación.
Los 56 millones de dólares de la sentencia no solo representan una compensación económica por los daños sufridos y los gastos médicos que Jack Greener necesitará de por vida. Simbolizan un punto de inflexión en la industria del jiu-jitsu y otras artes marciales. Es un mensaje claro y directo: la seguridad del estudiante debe ser la prioridad absoluta. Gimnasios e instructores de todo el mundo deben tomar nota y revisar sus protocolos de seguridad. Deben asegurarse de que sus prácticas de entrenamiento sean responsables, de que sus instructores estén debidamente capacitados y de que la seguridad de sus alumnos no se vea comprometida.
La viralización del video del incidente en redes sociales ha añadido otra capa de complejidad al caso. Millones de personas han sido testigos de la negligencia que llevó a la tragedia. La indignación y el apoyo a Greener son abrumadores. Este escrutinio público, impulsado por la era digital, ejerce una presión adicional sobre las autoridades para que regulen y supervisen de manera más estricta los centros deportivos, no solo en el país donde ocurrió el incidente, sino a nivel global. El legado de Jack Greener, marcado por el dolor y la superación, podría ser el catalizador para un cambio significativo en la forma en que se practica y se enseña el jiu-jitsu y otras artes marciales en el mundo. Un cambio que priorice la seguridad y el bienestar de todos los practicantes, para que ninguna otra vida sea truncada por la negligencia.
Fuente: El Heraldo de México