Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

6 de junio de 2025 a las 09:15

Justicia denegada: Armas libres de culpa.

El eco de la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos resuena con fuerza en México, dejando una estela de frustración y renovada determinación. La negativa a responsabilizar a los fabricantes de armas por el flujo ilícito hacia territorio mexicano, amparados en la Ley para la Protección del Comercio Legal de Armas (PLCAA), ha encendido un debate que trasciende las fronteras legales y se adentra en el complejo terreno de la responsabilidad social.

La argumentación del máximo tribunal estadounidense, centrada en la supuesta falta de pruebas que vinculen directamente a los fabricantes con el tráfico ilegal, no convence a la cancillería mexicana. Lejos de claudicar, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha alzado la voz, prometiendo agotar todas las vías legales y diplomáticas a su alcance. Esta postura firme no solo refleja la indignación por la decisión, sino también la profunda preocupación por las consecuencias que la impunidad en el comercio de armas tiene para la seguridad y la paz en México.

La batalla legal, lejos de concluir, se extiende ahora hacia nuevos horizontes. La expectativa se centra en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la que México ha solicitado una opinión consultiva sobre el tema. Esta instancia internacional podría ofrecer una perspectiva diferente y, quizás, un camino alternativo para lograr la justicia que se busca. La solicitud mexicana ante la Corte Interamericana no se limita a un simple recurso legal, sino que representa un llamado a la comunidad internacional para que se reconozca la gravedad del problema y se asuman responsabilidades compartidas en la lucha contra el tráfico de armas.

El fallo de la Corte Suprema no solo ha generado un choque entre dos sistemas legales, sino que también ha puesto en evidencia la profunda discrepancia en la forma de abordar la problemática del tráfico de armas. Mientras Estados Unidos prioriza la protección de su industria armamentística, México clama por medidas que frenen el flujo de armas que alimenta la violencia en su territorio. Este contraste de perspectivas pone de manifiesto la necesidad de un diálogo franco y constructivo entre ambos países, que vaya más allá de las diferencias y se centre en la búsqueda de soluciones conjuntas.

La demanda original, presentada en 2021 bajo el liderazgo del entonces canciller Marcelo Ebrard, no solo buscaba una compensación económica, sino también un cambio profundo en las prácticas comerciales de la industria armamentística. Se argumentaba que la falta de controles y la negligencia en la comercialización de armas facilitaban su tráfico ilícito y contribuían al aumento de la violencia. Este argumento, aunque desestimado por la Corte Suprema, sigue siendo un punto central en el debate y un llamado a la reflexión para la industria y los legisladores.

La lucha contra el tráfico de armas no es una tarea exclusiva de México. La colaboración internacional, especialmente con Estados Unidos, es crucial para lograr resultados tangibles. Las declaraciones del embajador estadounidense en México, Ronald Johnson, sobre la cooperación con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, para frenar el tráfico de armas, ofrecen un rayo de esperanza. Sin embargo, estas palabras deben traducirse en acciones concretas y en un compromiso real por parte de ambos gobiernos para abordar el problema de raíz.

El camino hacia la justicia y la paz en México es largo y complejo, pero la determinación del gobierno mexicano y el apoyo de la comunidad internacional son elementos clave para alcanzar el objetivo. La decisión de la Corte Suprema, aunque adversa, no ha hecho más que fortalecer la convicción de seguir luchando por un futuro libre de la violencia generada por el tráfico ilícito de armas.

Fuente: El Heraldo de México