La quietud de la noche del miércoles 4 de junio en la colonia Centenario de Gómez Palacios, Durango, se rompió con la estridencia de gritos desgarradores que escapaban de una vivienda sobre la calle 5 de Mayo. Un escalofrío recorrió las espaldas de los vecinos, acostumbrados a la tranquilidad nocturna de su barrio. Poco después, la figura de un hombre, visiblemente alterado, irrumpió en la escena, corriendo desesperadamente hacia una tienda cercana. Allí, con voz entrecortada y presa del pánico, pidió auxilio, afirmando que su madre yacía sin vida en el interior de la casa. La noticia, como un reguero de pólvora, se extendió rápidamente entre los presentes, quienes, conmocionados, no dudaron en marcar al número de emergencias 911.

La respuesta de las autoridades no se hizo esperar. Sirenas rompieron el silencio de la noche, anunciando la llegada de elementos de la Policía Municipal y Estatal, seguidos de cerca por paramédicos de la Cruz Roja. Al ingresar a la vivienda, el escenario que se presentó ante sus ojos confirmó los peores temores: María Amalia, de 62 años, se encontraba sin signos vitales, víctima de una brutal agresión. Su cuerpo presentaba golpes contundentes en la cabeza, aparentemente infligidos con un martillo, un detalle que heló la sangre de los presentes. De inmediato, se acordonó el área, preservando la escena del crimen a la espera del equipo de peritos de la Fiscalía General del Estado de Durango. Con la precisión y meticulosidad que caracteriza su labor, los expertos iniciaron las diligencias correspondientes, recolectando evidencias y testimonios que permitan reconstruir el rompecabezas de esta tragedia. Finalmente, se procedió al levantamiento del cuerpo, un acto solemne que marcó el inicio de una profunda investigación.

Las primeras hipótesis apuntan al hijo de la víctima, José Carlos "N", de 36 años, como el principal sospechoso de este atroz crimen. Si bien las autoridades aún no confirman su detención, los testimonios de los vecinos comienzan a tejer una red de indicios a su alrededor. Según relatan, las discusiones entre madre e hijo eran frecuentes, llenando el aire de la calle 5 de Mayo con una tensión palpable. Sin embargo, nadie imaginó que estas disputas culminarían en un desenlace tan trágico. A esto se suma el supuesto problema de adicción a las drogas que aqueja a José Carlos, un factor que podría haber exacerbado la ya tensa relación con su madre y desencadenado la violencia fatal.

La Fiscalía General del Estado de Durango ha asumido la responsabilidad de esclarecer los hechos, con el firme compromiso de llevar ante la justicia al responsable de este feminicidio. La investigación se encuentra en curso, analizando minuciosamente cada detalle, cada testimonio, cada evidencia, para reconstruir la verdad y brindar justicia a María Amalia y a una comunidad conmocionada por la violencia que ha irrumpido en su tranquilidad. Mientras tanto, la colonia Centenario se encuentra sumida en un profundo dolor y consternación, preguntándose cómo la vida de una mujer pudo ser arrebatada de manera tan cruel en el seno de su propio hogar. La incertidumbre y la tristeza se entrelazan en el aire, a la espera de las respuestas que solo la justicia podrá brindar.