La sombra de la duda se cierne sobre las recientes elecciones locales en Durango. Las acusaciones de fraude electoral lanzadas por Andrés Manuel López Beltrán, Secretario de Organización de Morena, resuenan con fuerza en el panorama político, señalando directamente al gobernador Esteban Villegas (PRI) como el artífice de una presunta manipulación de los resultados. López Beltrán, en la más reciente emisión de la Moreniza, no escatimó en palabras al describir un escenario de coacción y amenazas, donde la policía, según sus declaraciones, se convirtió en instrumento de intimidación para influir en el voto de los ciudadanos.

La imagen que pinta el dirigente morenista es la de un entramado de poder operando desde las sombras, con el gobernador Villegas como el “titiritero” que mueve los hilos del PRI a nivel estatal. Esta “Elección de Estado”, como la denomina López Beltrán, habría tenido como objetivo asegurar la victoria del partido tricolor, utilizando tácticas que, de confirmarse, pondrían en entredicho la legitimidad del proceso democrático.

La previsión, al parecer, fue clave en la estrategia de Morena. López Beltrán relata cómo, dos meses antes de la jornada electoral, se trasladaron a Durango ante la información que manejaban sobre un posible fraude. La presencia de representantes de Morena en el terreno, según su testimonio, buscaba contrarrestar las maniobras que se estaban gestando desde las esferas del poder. "No nos chupamos el dedo", afirma con contundencia, dejando entrever la convicción de que estaban frente a un plan orquestado para alterar la voluntad popular.

A pesar de reconocer victorias importantes en municipios clave como Gómez Palacio, el Secretario de Organización de Morena no duda en cuestionar la actuación de las autoridades electorales. La discrepancia en el número de municipios ganados por la coalición morenista (16 según las autoridades, 21 según sus propios cálculos) alimenta las sospechas de manipulación. La negativa a reconocer lo que, según López Beltrán, se ganó en las urnas, añade otra capa de complejidad al ya de por sí turbio panorama postelectoral.

La incertidumbre se instala. ¿Estamos ante un caso de fraude electoral orquestado desde el poder? ¿O se trata de una estrategia política para deslegitimar los resultados? La investigación a fondo de estas graves acusaciones se vuelve imperativa para garantizar la transparencia y la confianza en el sistema democrático. El futuro político de Durango pende de un hilo, a la espera de que se esclarezcan los hechos y se depuren las responsabilidades. La ciudadanía, expectante, demanda respuestas. La verdad, como siempre, se encuentra en el fondo del pozo, y es tarea de todos sacarla a la luz. El silencio de las autoridades electorales y del gobernador Villegas ante estas acusaciones no hace más que alimentar la incertidumbre y la desconfianza. La pelota está en su tejado. ¿Responderán a las acusaciones con pruebas contundentes? El tiempo, implacable, dictará sentencia.