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6 de junio de 2025 a las 03:10

EU frena tráfico de armas a México

La reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos ha generado un terremoto político y social en la relación bilateral con México. Mientras el embajador estadounidense, Ronald Johnson, intenta tranquilizar con promesas de colaboración y un discurso de unidad contra el tráfico de armas, la realidad es que la herida abierta por el fallo judicial es profunda y difícil de ignorar. La promesa de colaboración, aunque bien intencionada, se percibe como un bálsamo insuficiente ante la magnitud del problema. ¿Cómo puede el gobierno estadounidense hablar de colaboración al mismo tiempo que blinda legalmente a las empresas responsables del flujo de armas que alimenta la violencia en México? Esta contradicción no pasa desapercibida y genera un profundo escepticismo.

La frustración del gobierno mexicano es palpable. La demanda, que buscaba una compensación económica por los daños causados por el tráfico de armas, representaba una esperanza, aunque pequeña, de justicia y rendición de cuentas. La decisión de la Corte Suprema no solo cierra esa puerta, sino que refuerza la sensación de impunidad y desamparo. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha expresado su desacuerdo en términos enérgicos, pero ¿qué opciones reales le quedan a México? La vía legal parece bloqueada y la presión diplomática, aunque necesaria, no siempre produce resultados tangibles.

La ley de 2005, la Protection of Lawful Commerce in Arms Act, se presenta como un escudo inexpugnable para la industria armamentística. Si bien la jueza Elena Kagan reconoce la gravedad del problema de la violencia armada, su argumento de que México no presentó alegatos suficientes para superar las protecciones de la ley deja un sabor amargo. ¿Qué tipo de argumentos serían suficientes para demostrar el daño evidente que el tráfico de armas causa a la sociedad mexicana? La exigencia de pruebas parece una burla ante la abrumadora realidad de la violencia.

La batalla legal ha terminado, pero la lucha contra el tráfico de armas debe continuar. México se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la necesidad de mantener una relación estable con Estados Unidos, su principal socio comercial y vecino. Por otro, la urgencia de proteger a su población de la violencia generada por el flujo constante de armas. ¿Cómo equilibrar estos dos imperativos? La respuesta no es sencilla y requerirá una estrategia integral que combine la presión diplomática, la cooperación internacional y el fortalecimiento de las instituciones nacionales.

El fallo de la Corte Suprema no solo afecta a México, sino que tiene implicaciones globales. La industria armamentística estadounidense opera con una libertad casi absoluta, amparada por leyes que la protegen de cualquier responsabilidad. Este precedente sienta un peligroso precedente y envía un mensaje preocupante al mundo: la vida humana vale menos que las ganancias económicas. La lucha contra la violencia armada requiere un esfuerzo global y un cambio de paradigma que priorice la seguridad de las personas sobre los intereses económicos de unos pocos. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuándo la comunidad internacional tendrá el coraje de enfrentarse a este poderoso lobby y poner fin a la impunidad?

La declaración de Jonathan Lowy, abogado de México en el caso, resume la indignación y la necesidad de un cambio legislativo profundo. La "carta de exención de responsabilidad" de la industria armamentística debe ser revocada. Mientras tanto, la respuesta de Noel Francisco, abogado de Smith & Wesson, muestra la desconexión entre la realidad de la violencia y la fría lógica legal. La satisfacción por la decisión de la Corte Suprema contrasta con el dolor y el sufrimiento de miles de víctimas del tráfico de armas. Esta desconexión moral es, quizás, el aspecto más preocupante de toda esta historia.

Fuente: El Heraldo de México