¡Una noche mágica para La Roja! El estadio de Stuttgart rugió con la furia española, un vendaval de talento y garra que doblegó a la imponente Francia en un encuentro que quedará grabado en la memoria de todos los aficionados. No fue un simple partido, fue una oda al fútbol ofensivo, un recital de pases precisos y una demostración de la resiliencia que caracteriza a esta nueva generación de oro española. Un 5-4 que sabe a gloria, que huele a final y que nos deja soñando con un nuevo título en la Nations League.

Mikel Oyarzabal, el mago de la Real Sociedad, orquestó la sinfonía roja con dos asistencias de ensueño. Primero, un pase milimétrico a Nico Williams, quien definió con la frialdad de un veterano, abriendo el marcador y desatando la euforia en la hinchada española. Minutos después, otro pase magistral de Oyarzabal, esta vez a Mikel Merino, quien aprovechó el despiste de la defensa francesa para poner el 2-0. El estadio era una fiesta, una marea roja que cantaba y ondeaba banderas con la esperanza de una victoria que se palpaba en el ambiente.

Francia, herida en su orgullo, intentó reaccionar, pero sus embates se estrellaban contra el muro defensivo español y la seguridad de Unai Simón, un guardián infranqueable bajo los tres palos. Los tímidos intentos de Les Bleus se diluían en disparos lejanos, fáciles presas para el portero español.

La segunda parte fue un intercambio de golpes, un constante ida y vuelta que mantuvo a todos al borde de sus asientos. Y fue ahí, en el momento preciso, donde apareció la magia blaugrana. Lamine Yamal, la joven promesa del Barcelona, deslumbró con un doblete que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Su velocidad, su regate y su definición letal dejaron en evidencia el enorme talento que atesora este joven prodigio. Pedri, otro talento surgido de La Masía, se unió a la fiesta con un gol que parecía sentenciar el encuentro.

Pero Francia, con el orgullo herido, no se rindió. Un penalti transformado por Kylian Mbappé encendió la llama de la esperanza en el conjunto francés. Rayan Cherki y Randal Kolo Muani, con sendos goles, y un autogol de Dani Vivian, apretaron el marcador en los minutos finales, creando momentos de tensión e incertidumbre. Sin embargo, La Roja supo resistir el embate final, demostrando una solidez defensiva y una madurez impropias de su juventud.

Ahora, nos espera Portugal en la final, un duelo con sabor a revancha. Una reedición de aquella semifinal de la Euro 2012 que se decidió en la tanda de penaltis, con la victoria española y la dolorosa derrota de Cristiano Ronaldo. La historia se repite, el destino nos vuelve a enfrentar. España y Portugal, frente a frente, en una batalla épica por la gloria. ¿Quién se alzará con el trofeo? La respuesta, el domingo. ¡Prepárense para vivir una final de infarto!