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6 de junio de 2025 a las 09:30

El malestar democrático

La conversación con el doctor Flores Mondragón nos deja con una inquietante reflexión sobre la alimentación en la era del capitalismo. Nos enfrentamos a una paradoja: abundancia de alimentos y, al mismo tiempo, la peor crisis de salud de la historia, acompañada de una preocupante crisis ecológica. ¿Cómo es posible que produzcamos y consumamos tanto, pero nuestra salud se deteriore a pasos agigantados?

El doctor Flores Mondragón apunta a un factor crucial: el neoliberalismo, o capitalismo, ha moldeado nuestra dieta para resistir las extenuantes jornadas laborales. Comparando las horas trabajadas en Estados Unidos hace 70 años con las actuales, vemos un incremento dramático. Si bien Japón tiene la reputación de ser una nación adicta al trabajo, Estados Unidos lo supera, e incluso México, con sus 2128 horas anuales según la OCDE, rebasa ampliamente la media. Esta cifra se traduce en más de 250 días laborables al año, con jornadas de ocho horas, una realidad abrumadora comparada con las 1349 horas anuales (180 días laborables) de Alemania, el país de la OCDE con menor carga laboral.

En México, la alimentación se convierte en una herramienta para soportar este ritmo de trabajo implacable, una dieta diseñada para la explotación, para el sometimiento de la clase trabajadora desde la infancia. No se trata solo de publicidad, sino de una ideología, de una manipulación del contenido de los alimentos que desestabiliza nuestro metabolismo. El exceso de azúcar y carbohidratos nos convierte en adictos a la comida chatarra, mientras sufrimos carencias de nutrientes esenciales. Esta alimentación, rica en calorías vacías, nos proporciona energía inmediata para soportar largas jornadas, pero a costa de nuestra salud a largo plazo.

¿Es esta la razón por la que, a pesar de trabajar tanto, nuestra productividad es tan baja? La pregunta del doctor Flores Mondragón resuena con fuerza. ¿Estamos atrapados en un círculo vicioso donde la alimentación, diseñada para la explotación, nos debilita y nos hace menos eficientes?

Además de la manipulación en la composición de los alimentos, debemos considerar otros factores que contribuyen a esta problemática. La accesibilidad y el bajo costo de la comida chatarra, en comparación con alimentos frescos y saludables, juegan un papel fundamental. La falta de tiempo para preparar comidas nutritivas debido a las largas jornadas laborales también influye en nuestras elecciones alimentarias. La presión social y la omnipresencia de la comida rápida en la cultura popular normalizan este tipo de alimentación, perpetuando el ciclo.

La llegada de un juez de extracción indígena a la presidencia de la Suprema Corte, como se menciona al final del artículo, abre una ventana de esperanza. Su conexión con la tierra y su defensa del medio ambiente podrían impulsar cambios significativos, no solo en la protección de nuestros recursos naturales, sino también en la promoción de una alimentación más sana y sostenible. Quizás este sea el inicio de una transformación profunda en nuestra relación con la comida y con nuestro propio cuerpo, un cambio que nos permita romper con el ciclo de explotación y recuperar nuestra salud.

Fuente: El Heraldo de México