
6 de junio de 2025 a las 04:05
El Abuelo Inmigrante de Trump
Un gesto diplomático con un toque personal e histórico marcó la primera visita oficial del canciller alemán Friedrich Merz a la Casa Blanca durante la presidencia de Donald Trump. La entrega del certificado de nacimiento enmarcado de Frederick Trump, abuelo paterno del entonces presidente estadounidense, no solo sorprendió al mandatario, sino que desató una fascinante conversación que entrelazó las raíces familiares de Trump con la política internacional del momento. Imaginen la escena: el solemne Despacho Oval, epicentro de decisiones que impactan al mundo, transformado por un instante en un escenario de cálida reminiscencia familiar.
Merz, con una sonrisa casi conspirativa, presentó el documento histórico a un visiblemente sorprendido Donald Trump. El certificado, un testimonio tangible del pasado, acreditaba el nacimiento de Frederick Trump en Kallstadt, una localidad que en 1869 formaba parte del Reino de Baviera, y que hoy se encuentra dentro de las fronteras alemanas. La coincidencia onomástica entre el canciller Merz y el abuelo del presidente –ambos llamados Friedrich– añadió un toque aún más singular al encuentro, provocando las risas de ambos mandatarios y un comentario de Trump sobre el carácter "muy alemán" del nombre.
El obsequio, descrito por Trump como "precioso", encontró rápidamente un lugar de honor en el Despacho Oval. Este gesto, aparentemente sencillo, trasciende la anécdota y se convierte en un símbolo de la compleja y a menudo entrelazada historia entre Alemania y Estados Unidos. La historia de Frederick Trump, un joven que a los 16 años dejó su tierra natal en busca de un futuro mejor en el Nuevo Mundo, resonaba con la narrativa de millones de inmigrantes que han contribuido a la construcción de la identidad estadounidense.
El relato de Frederick Trump, como lo describe Gwenda Blair en su libro "Los Trump: tres generaciones de constructores y un presidente", no es simplemente una historia familiar, sino un reflejo de la época. Su emigración en 1885, motivada por el deseo de mejorar su situación económica y ayudar a su madre, lo conecta con la ola migratoria que, desde Europa, buscaba oportunidades en América. La posterior revocación de su ciudadanía alemana en 1905 por no haber cumplido con el servicio militar obligatorio, y su consiguiente regreso a Nueva York, añade otra capa de complejidad a su historia.
Desde su barbería en Nueva York, Frederick comenzó a construir, ladrillo a ladrillo, su sueño americano. Sus primeras inversiones en bienes raíces en Queens, una zona entonces en desarrollo, sentaron las bases de lo que se convertiría en un imperio inmobiliario. Si bien él no vivió para ver el florecimiento de su empresa, falleciendo durante la pandemia de gripe de 1918, su legado persistió, transmitiéndose a las siguientes generaciones de la familia Trump.
La entrega del certificado de nacimiento por parte del canciller Merz se convierte así en mucho más que un gesto protocolar. Es un recordatorio de las raíces comunes, de los lazos históricos que unen a naciones y a individuos, y de cómo las historias personales pueden entrelazarse con los grandes acontecimientos de la historia. Es un testimonio de la perseverancia, la ambición y el sueño de una vida mejor que, generación tras generación, continúa impulsando a personas de todo el mundo a buscar su propio destino, a menudo en tierras lejanas.
Fuente: El Heraldo de México