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6 de junio de 2025 a las 09:20

Domina el arte de alzar la voz en la 4T

La búsqueda del poder, esa fuerza invisible que mueve los hilos de la sociedad, ha sido una constante a lo largo de la historia. Desde los filósofos de la antigüedad hasta los pensadores contemporáneos, la aspiración al poder y sus implicaciones han sido objeto de análisis y debate. Bertrand Russell, con su aguda mirada, lo identificó como la máxima aspiración humana, mientras que Michel Foucault lo vinculó a la búsqueda de la inmortalidad, un anhelo inherente a nuestra condición finita. Pero, ¿cómo podemos, como sociedad, contrarrestar los posibles excesos del poder y asegurar que se utilice para el bien común? La respuesta, aunque compleja, reside en el fortalecimiento de nuestras instituciones.

Las instituciones, como las reglas de un juego, establecen los límites y las directrices para la interacción humana. Son los cimientos sobre los que se construye una sociedad justa y equitativa. Douglas North, Premio Nobel de Economía, las definió como las "limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana". Estas limitaciones, lejos de ser restrictivas, son esenciales para garantizar la transparencia, la responsabilidad y el equilibrio de poder.

Un ejemplo reciente de cómo se pueden reconfigurar las reglas del juego para limitar el poder lo encontramos en la reforma emprendida por la 4T en el Poder Judicial. La decisión de abrir la elección de cargos judiciales a la participación ciudadana representa un paso significativo hacia la democratización de este poder. Como señaló la presidenta Claudia Sheinbaum, el objetivo no es controlar el Poder Judicial, sino asegurar que la justicia sea accesible para todos. Renunciar al poder discrecional de nombrar a jueces y magistrados en favor de la elección popular es una muestra de compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas.

Los resultados de esta reforma son alentadores. La participación ciudadana en la elección extraordinaria del Poder Judicial, con más de 12 millones de votantes, demuestra el interés de la población en incidir en la conformación de las instituciones. Esta participación activa es fundamental para fortalecer la legitimidad del Poder Judicial y garantizar que responda a las necesidades de la sociedad.

La reforma del Poder Judicial es un ejemplo de cómo el liderazgo responsable puede transformar las instituciones en beneficio del bien común. Renunciar al poder discrecional, aunque pueda parecer contraintuitivo, es una muestra de madurez política y compromiso con la democracia. La verdadera fortaleza de un líder reside en su capacidad para empoderar a la ciudadanía y fortalecer las instituciones que garantizan la justicia y la equidad.

Este nuevo paradigma en la elección de cargos judiciales no solo fortalece la democracia, sino que también envía un mensaje claro: el poder no es un fin en sí mismo, sino un medio para servir al pueblo. La transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana son pilares fundamentales para construir una sociedad más justa y equitativa. La reforma del Poder Judicial es un paso importante en esa dirección, y un ejemplo a seguir para otros países que buscan fortalecer sus instituciones y consolidar su democracia.

Fuente: El Heraldo de México