La tensión en el aire se palpa. Tras 22 días de un paro nacional docente que ha mantenido en vilo al país, la imagen del Zócalo capitalino comienza a transformarse. Las tiendas de campaña, testigos silenciosos de la resistencia magisterial, se pliegan. Los utensilios de cocina, compañeros de jornadas improvisadas, se guardan. La Sección XXII de Oaxaca, bastión inquebrantable de la CNTE, emprende el regreso a su tierra, dejando tras de sí un Zócalo que respira, aunque aún no completamente libre.

Las calles aledañas, antes laberintos de lona y nylon, recuperan su fisonomía. El bullicio citadino, amortiguado durante semanas por los cánticos y las asambleas, vuelve a tomar protagonismo. Sin embargo, la calma aparente esconde la incertidumbre. Si bien el levantamiento del plantón podría interpretarse como un primer paso hacia la resolución del conflicto, la realidad es más compleja. Los maestros, aunque replegados hacia la plancha del Zócalo, mantienen su postura firme. La lucha continúa.

La víspera, en una Asamblea Nacional Representativa cargada de expectativas, la CNTE trazó la nueva ruta. Las demandas, repetidas hasta la saciedad, siguen siendo el motor de la movilización: abrogación de la reforma educativa, mejoras salariales, reconocimiento de sus derechos laborales. El eco de estas exigencias resuena en la plaza, un recordatorio constante de la inconformidad que aún persiste.

El viernes 5 de junio se presenta como un día crucial. ¿Qué acciones tomará la CNTE tras el repliegue estratégico? ¿La liberación parcial del Zócalo es un gesto de buena voluntad o una simple reorganización para una nueva ofensiva? Las interrogantes se multiplican. La respuesta, aún esquiva, se espera con ansias. Mientras tanto, la danza de la negociación continúa, en un escenario donde la educación del país pende de un hilo.

La incertidumbre se mezcla con la esperanza. El diálogo, aunque a veces tenue, se mantiene como la única vía posible para encontrar una salida. La sociedad, expectante, observa los movimientos de las piezas en este complejo tablero. El futuro de la educación, y con él, el futuro del país, se juega en cada decisión, en cada palabra, en cada gesto. La CNTE, con su repliegue, ha lanzado un nuevo mensaje. Ahora, la pelota está en la cancha del gobierno. ¿Responderá al llamado al diálogo con la contundencia que la situación exige? Solo el tiempo lo dirá.

El paro magisterial entra en una nueva fase. La tensión, lejos de disiparse, se concentra en la plancha del Zócalo, el corazón palpitante de la capital. El desenlace de esta historia aún está por escribirse. Y cada día que pasa, la expectativa crece. ¿Lograrán las partes encontrar un punto de encuentro? ¿O la confrontación se recrudecerá, llevando consigo las esperanzas de una educación digna y justa para todos? La respuesta, sin duda, marcará un antes y un después en la historia del país.