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6 de junio de 2025 a las 03:15

Balas perdidas, vidas rotas: La historia de un padre

La conmoción se apodera de La Matanza. Un niño de tan solo 7 años, Thiago, lucha por su vida tras recibir un impacto de bala en la cabeza durante un intento de asalto frustrado. La escena, ocurrida la noche del miércoles 4 de junio, se tiñó de tragedia y angustia, dejando un saldo de un fallecido, dos heridos y una familia destrozada. El eco de los disparos aún resuena en las calles, testimonio de una violencia que se cobra la inocencia.

El padre de Thiago, Fabián, revive una y otra vez el instante en que el plomo alcanzó a su hijo. Esperaban el colectivo, un momento cotidiano que se transformó en pesadilla. “Escuché una explosión, pensé que era una moto…”, relata con la voz quebrada por el dolor. Las detonaciones posteriores lo alertaron del peligro, pero ya era demasiado tarde. Intentó proteger a su pequeño, arrojarlo al suelo, pero la bala fue más rápida. Un simple "Pa", la única palabra que Thiago pronunció antes de sumirse en el silencio.

La desesperación de un padre buscando ayuda, el auxilio de un desconocido que los trasladó al hospital Ballestrini, la carrera contra el tiempo… imágenes que se repiten en la mente de Fabián, mientras espera un milagro en las puertas del Hospital de Niños de San Justo, donde Thiago se debate entre la vida y la muerte. Su pronóstico es reservado, y la incertidumbre se cierne como una sombra sobre la familia.

El policía involucrado, Facundo Daniel Aguilar Fajardo, de 21 años, se encuentra detenido. La justicia lo acusa de exceso en la legítima defensa. Mientras las investigaciones avanzan, el debate se enciende. ¿Fue una reacción desmedida? ¿Pudo haberse evitado esta tragedia? La delgada línea entre la defensa propia y el uso excesivo de la fuerza se pone en tela de juicio, en un caso que ha conmocionado a la opinión pública.

Más allá del accionar policial, este suceso pone de manifiesto una vez más la cruda realidad de la inseguridad que se vive en las calles. La violencia acecha, irrumpe en la cotidianidad y se cobra víctimas inocentes. La vida de Thiago pende de un hilo, convirtiéndose en un símbolo doloroso de la urgencia de abordar la problemática de la violencia desde sus raíces. La comunidad de La Matanza se une en oración, esperando la pronta recuperación del pequeño, mientras exige justicia y medidas concretas para que hechos como este no se repitan. ¿Hasta cuándo la violencia seguirá sembrando dolor y arrebatando futuros? ¿Cuándo podremos vivir sin miedo, en calles seguras para nuestros niños? Estas son las preguntas que resuenan en el aire, en medio del clamor por justicia y paz.

El caso de Thiago no es un hecho aislado. Forma parte de una cadena de violencia que afecta a toda la sociedad. La necesidad de políticas públicas efectivas en materia de seguridad es innegable. La prevención del delito, la reinserción social, la educación en valores son pilares fundamentales para construir un futuro diferente, un futuro donde la vida de un niño de 7 años no se vea truncada por una bala perdida. La esperanza se aferra a la recuperación de Thiago, a la justicia que se espera y a la posibilidad de un cambio profundo que permita vivir en paz.

Fuente: El Heraldo de México