
6 de junio de 2025 a las 09:15
Andy, ¿el culpable?
La resaca electoral deja un sabor amargo en Morena. Mientras la presidenta Sheinbaum celebra la configuración del poder judicial a su medida, el partido que la impulsó a la cima se tambalea. Se intenta maquillar la derrota con un barniz de triunfo, pero los números cantan una melodía distinta. Lejos del “carro completo” anhelado, la realidad muestra un retroceso palpable, una fisura en la narrativa de la aplanadora invencible.
Desde su irrupción en el escenario político en 2015, Morena había experimentado un crecimiento constante, culminando en la contundente victoria de 2024. Presidencia, Congreso y una constelación de 24 gubernaturas pintaban un panorama de dominio absoluto. Sin embargo, el pasado domingo, la muralla morenista mostró sus primeras grietas. El crecimiento se detuvo, dando paso a una contracción inesperada que resuena como una alarma en los pasillos del poder.
En Veracruz, el bastión morenista se desdibuja. Si bien la alianza con el Partido Verde logró retener 71 alcaldías, la cifra palidece ante las 87 conquistadas en la contienda anterior. Ciudades clave como Poza Rica y Papantla se tiñen de otros colores, mientras Boca del Río permanece inexpugnable en manos del PAN. La oposición, en todas sus variantes, emerge fortalecida. El PRI respira aliviado, Movimiento Ciudadano da un salto gigante, pasando de 18 a 41 municipios, e incluso el PT, distanciado de Morena, mejora su posición. El panorama veracruzano es un microcosmos del retroceso morenista.
En Durango, donde el secretario de Organización, Andrés Manuel López Beltrán, apostó su capital político, la historia se repite con matices propios. La alianza PAN-PRI gobernará para el 69% de la población, tras conquistar Durango capital y Lerdo. Morena retiene Gómez Palacio, pero su influencia se diluye. Movimiento Ciudadano se consolida como segunda fuerza en la capital, relegando a Morena a un tercer puesto que sabe a derrota. De los 39 municipios duranguenses, Morena solo obtuvo dos victorias en solitario, sumando 14 en alianza con Verde y PT, mientras la oposición se alza con 23.
El análisis post-electoral apunta a un responsable: Andy. Con amplios recursos y margen de maniobra, el secretario de Organización no logró cumplir las expectativas. Su primera prueba de fuego se convirtió en un tropiezo que pone en entredicho su capacidad operativa y deja un manto de incertidumbre sobre el futuro del partido. La maquinaria morenista, antes implacable, muestra signos de desgaste. ¿Será capaz de recuperar el terreno perdido o este revés marcará el inicio de una nueva era política? El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra. Mientras tanto, la oposición celebra y se prepara para capitalizar el desconcierto en las filas morenistas. La batalla por el 2024 se presenta más abierta que nunca.
Fuente: El Heraldo de México