La tragedia ha vuelto a golpear al deporte mexicano. El nombre de Cassandra Salguero, joven promesa del fútbol playa, resuena con dolor en las redes sociales tras la confirmación de su asesinato en diciembre pasado. A sus escasos 21 años, la vida de esta talentosa deportista fue truncada abruptamente, dejando un vacío inmenso en el corazón de quienes la conocieron y admiraban su entrega en la cancha.

La noticia, inicialmente un rumor en el ciberespacio, fue confirmada por fuentes de la Fiscalía de la Ciudad de México a El Heraldo de México, desatando una ola de indignación y tristeza. Aunque la información oficial aún es escasa, se presume la participación de dos individuos en el crimen, ocurrido tras la salida de Cassandra de una fiesta. La sombra de la violencia se cierne sobre este caso, dejando interrogantes que claman por respuestas. Las autoridades, si bien confirmaron el homicidio, mantienen reserva sobre la detención de los presuntos responsables, alimentando la incertidumbre y la angustia de una sociedad harta de la impunidad.

La investigación sigue en curso, buscando esclarecer los detalles de la fatídica noche de diciembre. Cada minuto que pasa sin justicia aumenta el dolor de la familia y amigos de Cassandra, quienes exigen respuestas y un castigo ejemplar para los culpables.

Cassandra Abigail Salguero Menchaca, nacida el 5 de septiembre de 2003, no era solo una futbolista; era un símbolo de perseverancia y pasión por el deporte. Su destacada participación en la Selección Mexicana de Fútbol Playa, incluyendo su actuación en la Acapulco Beach Soccer Cup 2024, la perfilaba como una figura ascendente en el panorama deportivo nacional. Su posición como defensa en la Liga TDP Femenil y su convocatoria a la Selección Nacional en 2023 evidenciaban su talento y dedicación. Su futuro prometía grandes logros, un futuro que le fue arrebatado de la manera más cruel.

El comunicado emitido por la Federación Mexicana de Fútbol, lamentando el sensible fallecimiento de Cassandra, refleja el impacto de esta pérdida en la comunidad deportiva. Más allá de las canchas, Cassandra era una joven con sueños, anhelos y una vida por delante. Su partida prematura nos recuerda la fragilidad de la existencia y la importancia de luchar contra la violencia que azota a nuestro país.

La memoria de Cassandra debe mantenerse viva, no solo como un recordatorio de la tragedia, sino como un impulso para exigir justicia y un cambio real en nuestra sociedad. Su legado deportivo y su espíritu luchador deben inspirarnos a construir un futuro donde la violencia no tenga cabida y donde jóvenes talentos como ella puedan alcanzar sus sueños sin temor. El clamor por justicia para Cassandra es un clamor por un México más seguro y justo para todos.