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5 de junio de 2025 a las 18:40

Terror en Culiacán: Balacera en El Pozo

La sombra de la violencia vuelve a cernirse sobre Sinaloa. El reciente enfrentamiento en El Pozo, Imala, nos recuerda la fragilidad de la paz en una región constantemente amenazada por el crimen organizado. El eco de las balas y el zumbido de los Texan II sobrevolando la zona, pintan un escenario desolador, obligando a los habitantes a convertir sus hogares en refugios improvisados. Las familias, atrapadas entre el fuego cruzado, viven momentos de angustia e incertidumbre, preguntándose cuándo terminará esta espiral de violencia que parece no tener fin.

La imagen del arco de bienvenida a El Pozo, acribillado a balazos, se convierte en un símbolo de la vulnerabilidad de la comunidad. Las paredes perforadas de las viviendas, los casquillos regados por el suelo, la camioneta calcinada… son testigos mudos de la brutalidad del ataque. Aunque no se reportan heridos, el daño psicológico en la población es innegable. El miedo se instala, se arraiga, y corroe el tejido social. ¿Cuántos enfrentamientos más deberán soportar antes de que la paz vuelva a sus calles?

Mientras el fantasma de la violencia se cierne sobre Imala, en otro frente, el Gobierno de Sinaloa libra una batalla diferente, pero igual de crucial: la lucha contra la pesca ilegal. Un esfuerzo titánico por proteger los recursos marinos y garantizar la sostenibilidad de la actividad pesquera, pilar fundamental de la economía estatal. La creación de los Comités Municipales de Inspección y Vigilancia representa un paso importante en esta dirección. Imaginen a los inspectores recorriendo incansablemente las costas, vigilando las embarcaciones, confiscando artes de pesca prohibidas, protegiendo las especies en veda.

Más de mil recorridos de supervisión en tan solo 50 días, una cifra que habla del compromiso de las autoridades con la preservación de nuestro patrimonio natural. La colaboración entre instancias federales, estatales y municipales es clave para el éxito de esta estrategia. La CONAPESCA, la SEMAR, y los cuerpos de seguridad locales, trabajando codo con codo, formando un frente común contra la depredación de nuestros mares.

Los resultados, aunque aún preliminares, son alentadores. El decomiso de tarrayas, chinchorros, trampas jaiberas, embarcaciones y productos capturados ilegalmente, demuestra que la estrategia está dando frutos. Cada kilo de camarón o pescado confiscado representa una victoria en la lucha contra la pesca furtiva.

Sin embargo, la batalla está lejos de terminar. La pesca ilegal es un monstruo de muchas cabezas, y requiere un esfuerzo constante y coordinado para combatirla. Se necesita más inversión, más tecnología, más capacitación para los inspectores, y sobre todo, una mayor conciencia ciudadana sobre la importancia de la pesca sostenible. El futuro de nuestros mares, y de las comunidades que dependen de ellos, está en juego.

Mientras en Imala resuenan los ecos de la violencia, en las costas de Sinaloa se libra una batalla silenciosa, pero igualmente importante, por la protección de nuestros recursos naturales. Dos realidades contrastantes, que nos recuerdan los complejos desafíos que enfrenta nuestro estado.

Fuente: El Heraldo de México