Dieciséis años. Una cifra que pesa como una losa sobre los corazones de Hermosillo, de Sonora, de México. Dieciséis años desde aquel fatídico 5 de junio que marcó a fuego la vida de tantas familias, un día que arrebató la inocencia y el futuro de 49 pequeños ángeles. Hoy, las ruinas de la Guardería ABC se yerguen como un monumento al dolor, un recordatorio constante de la tragedia que aún clama justicia. Pero también son un símbolo de la resiliencia, de la lucha incansable de padres, madres, abuelos, hermanos y sobrevivientes que se niegan a olvidar.

Este año, la conmemoración ha tomado un nuevo matiz. Los pequeños que sobrevivieron al infierno, ahora jóvenes, se unen a la voz de sus familias. Sus rostros, marcados por el tiempo y las cicatrices, reflejan la fuerza de quienes han aprendido a vivir con una pérdida irreparable. Sus presencias en los actos conmemorativos, de pie junto a las fotografías de sus compañeros ausentes, son un testimonio vivo de que la memoria persiste, de que la lucha por la justicia no claudica.

La mañana comenzó envuelta en un manto de solemnidad y tristeza. La misa en las ruinas de la guardería, con los sobrevivientes en primera fila, fue un momento desgarrador. El eco de sus nombres en el pase de lista, 49 susurros al viento, congeló el tiempo, transportándonos a ese instante de horror. Las flores, ofrenda de amor y recuerdo, cubrieron el suelo, mientras 25 globos rosas y 24 azules ascendían al cielo, llevando consigo los sueños rotos de los pequeños que ya no están.

El reconocimiento al cuerpo de bomberos de Hermosillo, un gesto cargado de simbolismo, recuerda la valentía de quienes arriesgaron sus vidas intentando salvar a los niños. Un homenaje a los héroes anónimos que lucharon contra las llamas y el tiempo en una batalla desigual.

Pero la jornada no termina ahí. La iglesia San José, en la colonia Piedra Bola, y la parroquia San Peregrino, en Fuentes del Mezquital, abrieron sus puertas para acoger el dolor y la esperanza. Dos misas más, dos espacios de oración y reflexión, para pedir por el eterno descanso de los pequeños y por la fortaleza de sus familias.

Y esta tarde, las calles de Hermosillo volverán a ser testigos de la indignación y la esperanza. La marcha, que partirá de las ruinas de la guardería hasta la Universidad de Sonora, será un grito unánime que exigirá justicia, castigo a los responsables y garantías de no repetición. El manifiesto a la nación, leído con la voz firme de quienes se niegan a olvidar, resonará en cada rincón del país, recordándonos que la tragedia de la Guardería ABC es una herida abierta en el corazón de México. Una herida que exige justicia y que no sanará hasta que la verdad brille con toda su fuerza. Porque la memoria de los 49 angelitos es la llama que alimenta la lucha, la fuerza que impulsa el cambio, la esperanza de un futuro donde tragedias como esta no vuelvan a ocurrir. Dieciséis años, y la lucha continúa.