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5 de junio de 2025 a las 22:15

Docentes guerrerenses incendian sede SNTE

La tensión se palpa en el aire del Zócalo capitalino. El eco de las consignas y el olor a humo se entremezclan, pintando un cuadro vívido de la inconformidad que hierve en el corazón del magisterio. Desde el pasado 15 de mayo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha levantado la voz, y hoy, la llama de la protesta arde con más fuerza que nunca. Las imágenes de la quema de objetos frente a la sede del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en Guerrero, protagonizada por maestros de la CETEG, son un testimonio gráfico de la frustración acumulada. No se trata de simples actos vandálicos, sino de un grito desesperado que busca resonar en los oídos sordos del poder.

La marcha que partió desde la estación Revolución del Metro, serpenteando por las calles de la ciudad hasta llegar al ISSSTE en Buenavista, es una muestra más de la determinación de estos docentes. Acompañados por el inminente despliegue de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), avanzan con la firmeza de quienes defienden no solo sus derechos, sino el futuro de la educación en México. Cada paso es una declaración de principios, una reafirmación de su compromiso con una causa que trasciende lo individual.

El diálogo con las autoridades de la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Educación Pública, lejos de apaciguar los ánimos, parece haber avivado la llama de la protesta. El comunicado emitido por la CNTE a través de sus redes sociales deja en claro que las propuestas del gobierno federal no son suficientes. “Insuficientes y evasivas”, así las califican, palabras que reflejan la profunda brecha que separa a las partes. No se trata de dádivas, ni de favores, reclaman los maestros. Se trata del reconocimiento de derechos largamente postergados, de una deuda histórica con quienes han dedicado su vida al servicio público. La educación, pilar fundamental de cualquier sociedad, no puede ser relegada a un segundo plano.

La llegada continua de maestros provenientes de distintos rincones del país al Zócalo capitalino es una muestra palpable de la solidaridad que une al magisterio. Se suman a las movilizaciones, aportando su voz y su energía a un coro que exige ser escuchado. La unidad se convierte en la mejor arma para enfrentar la adversidad, un escudo protector ante la indiferencia y el olvido. ¿Hasta cuándo persistirá esta lucha? ¿Lograrán los maestros ser escuchados? El futuro de la educación en México pende de un hilo, y la respuesta a estas preguntas definirá el rumbo que tomará. Mientras tanto, la lucha continúa, con la esperanza de un mañana mejor para todos.

La indignación se respira en cada pancarta, en cada consigna, en cada rostro curtido por el sol y la lucha. Más allá de las reivindicaciones salariales, subyace una profunda preocupación por la calidad de la educación que reciben los niños y jóvenes del país. La falta de recursos, la precariedad de las infraestructuras y la falta de reconocimiento a la labor docente son solo algunas de las problemáticas que aquejan al sistema educativo. La CNTE se alza como la voz de quienes se niegan a permanecer en silencio, de quienes luchan por un futuro en el que la educación sea un derecho real y efectivo para todos.

El panorama actual nos invita a reflexionar sobre el valor de la educación y el papel fundamental que desempeñan los maestros en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. La lucha de la CNTE es un llamado a la conciencia colectiva, una invitación a unirnos en la defensa de un derecho fundamental que no puede ser postergado. El futuro de México depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México