En un mundo cada vez más digitalizado, la omnipresencia de los celulares en nuestras vidas, y especialmente en la de los más jóvenes, se ha convertido en un tema de debate candente. Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo abordó esta cuestión, planteando una perspectiva que prioriza la educación y la información por encima de la prohibición, en relación al uso de celulares en las aulas.

Si bien la jefa de Gobierno de la Ciudad de México se mostró a favor de que niñas y niños cuenten con espacios libres de la influencia de estos dispositivos, enfatizó la importancia de fomentar la conciencia y la responsabilidad individual en su uso. "Somos más de la idea de educar e informar, y que la decisión sea individual antes que prohibir", declaró, marcando una diferencia clara con la iniciativa presentada en Jalisco, que propone la prohibición directa de los celulares en los salones de clase.

Esta postura, que apuesta por la construcción de una ciudadanía digital responsable, se basa en la convicción de que la comprensión de los impactos del uso excesivo de la tecnología es más efectiva a largo plazo que la imposición de restricciones. Sheinbaum Pardo sugirió la posibilidad de presentar, en las conferencias matutinas, estudios que revelen las consecuencias del uso intensivo de dispositivos en el aprendizaje infantil, así como en otros aspectos de su desarrollo.

La presidenta recalcó que la prohibición, si bien es una opción que cada entidad puede considerar, no es la vía preferida por su administración. "Nosotros somos mucho más de la idea de que cuando se asume conscientemente… es mejor la voluntad de la persona, del niño, de la niña, que aprenda por qué no debe usarse", afirmó, destacando el valor de la comprensión y la autogestión en el uso responsable de la tecnología.

Esta visión contrasta con la política implementada en la administración anterior respecto a la venta de comida chatarra en escuelas públicas, una restricción que el gobierno actual ha mantenido. En este caso, la justificación se basa en un argumento de salud pública, dada la evidencia de los efectos nocivos de estos alimentos. La diferencia en el enfoque, prohibición en el caso de la comida chatarra versus concientización en el uso de celulares, refleja la complejidad de las problemáticas contemporáneas y la necesidad de abordarlas con estrategias específicas.

El debate sobre el uso de celulares en la infancia trasciende el ámbito escolar y se extiende a la dinámica familiar y social. ¿Cómo equilibrar el acceso a la tecnología con la necesidad de fomentar la interacción social, el juego al aire libre y otras actividades esenciales para el desarrollo integral de los niños? ¿Cómo empoderar a las familias para que establezcan límites saludables en el uso de dispositivos? Estas son preguntas cruciales que requieren un diálogo abierto y la participación de todos los actores involucrados: padres, educadores, autoridades y, por supuesto, los propios niños y niñas.

La propuesta de la presidenta Sheinbaum Pardo invita a la reflexión sobre el rol de la educación en la construcción de una ciudadanía digital responsable, un desafío que exige ir más allá de las prohibiciones y apostar por la formación de individuos críticos y conscientes, capaces de tomar decisiones informadas sobre su relación con la tecnología.