
6 de junio de 2025 a las 00:50
Caso Dolto: La Investigación Sigue
La sombra de la tragedia aún se cierne sobre el colegio Françoise Dolto en Oaxaca. Las brasas de la fogata que debía celebrar la alegría del Día del Niño, se convirtieron en un recordatorio doloroso de una negligencia que marcó a varias familias para siempre. El Fiscal Bernardo Rodríguez Alamilla, con la seriedad que el caso amerita, confirmó que la investigación sigue abierta, como una herida que aún no cicatriza. No se descarta que más personas sean llamadas a rendir cuentas por las quemaduras que sufrieron los pequeños, un escenario que pone de manifiesto la complejidad del caso y la búsqueda incansable de justicia.
Alamilla ha enfatizado el riguroso protocolo que se sigue: peritajes minuciosos, análisis exhaustivos y la espera –a veces desesperante, pero necesaria– de las órdenes de aprehensión emitidas por un juez. Dos personas ya se encuentran detenidas, dos mujeres señaladas por encubrimiento y responsabilidad en los hechos. Sin embargo, la justicia no se conforma con medias tintas. Dos individuos más se encuentran en la mira de las autoridades, y su captura es prioritaria para esclarecer completamente lo sucedido.
El Fiscal, consciente del dolor que embarga a las familias afectadas, ha recalcado el acompañamiento constante que se les brinda. Más allá de las frías estadísticas y los procedimientos legales, existe un compromiso humano con quienes vieron la alegría de sus hijos transformarse en angustia y sufrimiento. Las reuniones personales, el contacto directo con el equipo de la Fiscalía, son testimonio de una solidaridad que busca aliviar, en la medida de lo posible, el peso de esta tragedia.
La lentitud de los procesos judiciales, a menudo criticada, se explica por la necesidad de actuar con precisión y apego a la ley. Cada peritaje, cada prueba, cada declaración, son piezas fundamentales en la construcción de un caso sólido que garantice que los responsables sean llevados ante la justicia. La prisa, en este contexto, podría ser contraproducente y perjudicar la búsqueda de la verdad.
Mientras tanto, la presión social aumenta. Los padres de las niñas y niños afectados, con la voz entrecortada por la indignación y la impotencia, exigen celeridad y empatía. Su clamor resuena en la opinión pública, recordándonos que detrás de los expedientes y las cifras, hay historias de pequeños que sufrieron quemaduras físicas y emocionales en un lugar que debía ser sinónimo de seguridad y aprendizaje. La imagen del profesor Jonathan, presuntamente arrojando una botella de alcohol a la fogata, se ha convertido en un símbolo de la irresponsabilidad que condujo a este lamentable suceso. La clausura del colegio Françoise Dolto, más que un castigo, parece un sello de la tragedia, un recordatorio constante de que la alegría infantil fue quebrantada por la negligencia. La búsqueda de justicia continúa, y la sociedad entera espera que la verdad salga a la luz y que los responsables asuman las consecuencias de sus actos.
Fuente: El Heraldo de México