La sombra de la sospecha se cierne cada vez más oscura sobre Los Alegres del Barranco. No solo las notas de sus controvertidas canciones resuenan en los oídos de la justicia, sino también el tintineo de los millones que recaudan en sus presentaciones. La Fiscalía de Jalisco, con la lupa puesta en sus finanzas, ha inmovilizado la jugosa suma de cinco millones de pesos, producto de su concierto en el Auditorio Telmex de Zapopan el pasado 29 de marzo. ¿Se trata del fruto del talento musical o del oscuro néctar de actividades ilícitas? Esa es la pregunta que retumba en los pasillos judiciales.

La investigación, cual telaraña, se extiende más allá de un solo concierto. Cihuatlán, Villa Purificación, Tequila… Los nombres de estos municipios se suman al expediente, como ecos de las mismas melodías que ahora se analizan con minuciosidad. La apología del delito, ese es el fantasma que persigue a la agrupación. Sus canciones, himnos para figuras del crimen organizado, se han convertido en la piedra angular de las acusaciones. No solo las cantan, sino que, con una astucia que raya en la provocación, incitan al público a corearlas, proyectando las letras como un desafío a la autoridad. Imaginen la escena: miles de voces entonando versos que glorifican la violencia, mientras las imágenes de los líderes criminales se proyectan como íconos en un altar profano.

La maquinaria judicial, una vez puesta en marcha, no se detiene. Cuatro carpetas de investigación por presunta apología del delito pesan sobre los hombros de Los Alegres del Barranco. Han comparecido ante la Fiscalía, pero el silencio ha sido su respuesta. Un silencio que, en lugar de aclarar, oscurece aún más el panorama. ¿Qué secretos esconden tras sus rostros impávidos? ¿Qué temen revelar? El promotor del concierto, pieza clave en este rompecabezas, también está en la mira de la justicia. Su testimonio, esperado con impaciencia, podría arrojar luz sobre los entresijos de este turbio asunto.

Mientras tanto, los alcaldes de Villa Purificación, Cihuatlán y Tequila han desfilado por la Fiscalía, en calidad de testigos. ¿Qué vieron? ¿Qué escucharon? Sus declaraciones, cuidadosamente analizadas, podrían ser determinantes para el futuro de la agrupación. El proceso judicial avanza, lento pero inexorable. Los Alegres del Barranco, vinculados por apología del delito, se mueven en un precario equilibrio. La libertad condicional les permite continuar con sus presentaciones, pero la espada de Damocles pende sobre sus cabezas. Cada concierto, cada canción, cada verso, puede ser la gota que derrame el vaso. ¿Lograrán demostrar la licitud de sus ganancias? ¿O la Unidad de Extinción de Dominio se quedará con los cinco millones, como un trofeo de guerra en la lucha contra el crimen organizado? El tiempo, implacable juez, dictará sentencia.