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4 de junio de 2025 a las 04:20

Un Nuevo Capítulo: Sebastián Ligarde Padre a los 68

La historia de Sebastián Ligarde y su esposo es un testimonio conmovedor del poder del amor y la familia, una narrativa que trasciende los tradicionales esquemas y nos recuerda la importancia de la construcción de vínculos genuinos. Más allá de su reconocida trayectoria como antagonista en la televisión mexicana, Ligarde nos revela una faceta íntima y profundamente humana: la de un hombre que ha encontrado la felicidad en la compañía de su pareja por más de tres décadas y media, un amor consolidado con un matrimonio que ya suma 10 años de firme compromiso.

Lo que hace aún más especial esta historia es la decisión de la pareja de adoptar a un joven de 17 años, una decisión que no solo transformó la vida del adolescente, sino que enriqueció la suya propia. Ligarde describe con emotividad cómo la llegada de su hijo llenó un vacío en sus vidas, una necesidad de paternidad que se manifestó en la madurez. "Nos tocó la parte donde más nos hizo falta tener un hijo, cuando llegamos a los 50, 60 y 70", confiesa el actor, palabras que resuenan con la experiencia de muchas parejas que encuentran la plenitud familiar en momentos inesperados.

La descripción que Ligarde hace de su hijo es un retrato de admiración y cariño. No solo destaca sus virtudes como la responsabilidad y la diligencia en las tareas del hogar – "arregla la casa, limpia la alberca, corta el pasto" –, sino que también subraya su nobleza y su carácter apacible: "ni se droga, ni sale a antros". Es evidente el orgullo que siente por el joven que se ha convertido en su apoyo, en sus "piernas y brazos" en esta etapa de su vida.

El relato adquiere una dimensión aún más profunda al conocer la historia de superación del hijo de Ligarde. Un pasado marcado por la violencia doméstica y la precariedad, una madre valiente que huyó de México con sus hijos para buscar un futuro mejor en Estados Unidos. La imagen de esa familia cruzando el desierto, con una madre embarazada de siete meses, es un testimonio de resiliencia y esperanza. En este contexto, la adopción se convierte en un acto de amor redentor, una oportunidad para sanar heridas y construir un futuro basado en el afecto y la estabilidad.

Ligarde y su esposo no solo abrieron las puertas de su hogar a un joven necesitado de amor y protección, sino que también mantuvieron el vínculo con su familia biológica, un gesto que habla de la grandeza de su corazón y su compromiso con el bienestar de su hijo. La relación con la madre y los hermanos del joven se mantiene, un lazo que enriquece el tejido familiar y fortalece el sentido de pertenencia. Es la historia de una familia ensamblada, unida por el amor y la solidaridad, una familia que nos inspira y nos recuerda que la felicidad se encuentra en los lazos que construimos con los demás.

La anécdota de cómo se conocieron, en las clases de actuación que impartía Ligarde, añade un toque de romanticismo a la historia. Un joven alumno, atento y detallista, que veía en el actor la figura paterna que nunca tuvo. "Todo era atenciones sin interés, nunca pide nada", recuerda Ligarde, conmovido por la generosidad de su hijo.

En un mundo a menudo marcado por la superficialidad y el individualismo, la historia de Sebastián Ligarde y su familia es un bálsamo para el alma. Un recordatorio de que el amor, la generosidad y la compasión son los verdaderos motores de la felicidad. Una historia que nos invita a reflexionar sobre el significado de la familia y la importancia de construir vínculos auténticos y duraderos.

Fuente: El Heraldo de México