
4 de junio de 2025 a las 09:30
Protege tu envío: Guía de remesas seguras
La sombra de la incertidumbre se cierne sobre miles de familias mexicanas. La presión ejercida por el gobierno estadounidense, como una mano invisible que aprieta el flujo vital de la economía, ha obligado a México a replantear sus prioridades. Las constantes llamadas presidenciales y los viajes casi incesantes de nuestros representantes a Washington pintan un cuadro preocupante: la dependencia que tenemos de nuestro vecino del norte nos coloca en una posición vulnerable, donde nuevas condiciones se imponen día tras día. El tratado de aguas, el gusano barrenador, los aranceles al acero y ahora, la amenaza de un nuevo impuesto a las remesas, son solo algunos ejemplos de las presiones que enfrentamos.
El impacto de estas políticas ya se siente en los bolsillos de las familias mexicanas. El Banco de México ha dado la voz de alarma: las remesas, ese salvavidas económico para tantas comunidades, sufrieron una contracción anual del 12.1% en abril. En el primer cuatrimestre de 2025, el retroceso acumulado respecto al año anterior alcanzó un preocupante 2.5%. Aunque la gran mayoría de los envíos se realizan por transferencias electrónicas, con un promedio de 385 dólares, el miedo a las deportaciones y la amenaza de nuevos impuestos están haciendo mella. La disminución del 8.1% en el número de envíos y del 4.4% en el valor de la remesa promedio son señales inequívocas de la tormenta que se avecina.
Más allá de las frías cifras, hay rostros, historias, familias que luchan por sobrevivir. La realidad que viven nuestros paisanos en Estados Unidos, y el impacto que esto tiene en sus familias en México, exige una respuesta contundente. Debemos alzar la voz y exigir el respeto al derecho humano a migrar, consagrado en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este derecho fundamental, reconocido por los tratados internacionales de los que México forma parte, es pisoteado día a día por las redadas, la discrecionalidad de las autoridades y la creciente criminalización de la migración.
El riesgo que enfrentan nuestros migrantes va más allá de la deportación. La negación de su libertad de movimiento, el maltrato, la discriminación y la dificultad para acceder a asistencia consular y legal son solo algunas de las caras de esta tragedia humana. A esto se suma la angustia de las familias en México, que quedan aisladas, sin comunicación y con una economía precaria por la disminución de las remesas. La incertidumbre se convierte en su pan de cada día.
Ante este panorama desolador, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es urgente redoblar esfuerzos, unirnos como sociedad y tender una mano solidaria a quienes, en busca de un futuro mejor, se ven obligados a dejar su tierra y a sus seres queridos. No son solo migrantes, son parte de nosotros, son mexicanos que merecen nuestro apoyo y nuestra defensa. Es hora de actuar con responsabilidad y exigir el respeto a sus derechos. El futuro de miles de familias depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México