4 de junio de 2025 a las 09:20
Dulces bienvenidas
La historia de María Pérez Toledo, partera de Ocosingo, Chiapas, nos abre una ventana a un mundo de saberes ancestrales y dedicación desinteresada. Su recuerdo del pequeño Santiago Samuel, a quien ayudó a traer al mundo, ilustra la profunda conexión que las parteras tradicionales establecen con las madres y sus recién nacidos. Un vínculo que va más allá de lo profesional, arraigado en la confianza y la compartida experiencia del milagro de la vida.
En México, y particularmente en comunidades indígenas como la de María, la figura de la partera es esencial. Son ellas quienes, con manos expertas y conocimientos transmitidos de generación en generación, acompañan a las mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto. Su labor, impregnada de la cosmovisión de sus pueblos, ofrece un cuidado integral que respeta las tradiciones y la conexión con la naturaleza. En Chiapas, su presencia es fundamental, representando más del 12% de la atención obstétrica.
Imaginemos la vida de estas mujeres: trabajan la tierra, atienden sus hogares y a sus propias familias, y aún así, encuentran el tiempo y la energía para cuidar de sus comunidades. Recorren largas distancias, muchas veces a pie, para llegar a las casas de sus pacientes, ofrecerles atención, consejo y remedios naturales. Y cuando la situación lo requiere, no dudan en referirlas a un centro médico, demostrando una gran responsabilidad y compromiso con la salud de las mujeres.
Sin embargo, a pesar de su invaluable aporte, las parteras tradicionales han enfrentado históricamente una falta de reconocimiento y en ocasiones, discriminación por parte del sistema de salud. Se les ha estigmatizado, calificando sus prácticas como "riesgosas", sin valorar la riqueza de su conocimiento ancestral. Es una deuda histórica que México tiene con ellas.
Afortunadamente, se están dando pasos importantes para cambiar esta realidad. El IMSS-Bienestar, en colaboración con la Secretaría de las Mujeres, ha implementado programas de capacitación y sensibilización para el personal médico, promoviendo un sistema de cuidados que integra los saberes tradicionales con la medicina convencional. Este plan de coexistencia activa, basado en la escucha y el diálogo con las propias parteras, representa un avance significativo hacia una atención a la salud más inclusiva y respetuosa.
María, con su sabiduría y sencillez, lo expresa claramente: "Yo puedo enseñar a los médicos y enfermeras sobre mi experiencia… Y también queremos ser capacitadas y aprender más". Su mensaje refleja la disposición al intercambio de conocimientos y la búsqueda de una colaboración mutuamente enriquecedora. No se trata de una competencia, sino de una suma de esfuerzos para garantizar el bienestar de las comunidades.
La visión de María es inspiradora: "Tenemos que trabajar juntos, porque la gente lo que quiere es estar sana y feliz". En esta simple frase, se resume la esencia de una salud pública más humana, más justa y más efectiva. Una salud que reconozca y valore el aporte invaluable de las parteras tradicionales, guardianas de saberes ancestrales y pilar fundamental en la atención a la salud de las mujeres en México. La bienvenida a la vida, el cuidado de las madres y sus hijos, es una tarea compartida, un compromiso que nos une a todos.
Fuente: El Heraldo de México