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4 de junio de 2025 a las 09:30

Domina La Resistencia

Las universidades son mucho más que fábricas de títulos. Son crisoles donde se forjan ideas, se pulen argumentos y, sobre todo, se cultivan sueños. Sueños que, a menudo, la dureza de la "vida real", con sus reglas tácitas y su pragmatismo a veces asfixiante, intenta erosionar. Nos aferramos a lo políticamente correcto, a la seguridad de lo establecido, y olvidamos la potencia transformadora de la imaginación, del atrevimiento intelectual.

He sido testigo directo de esta efervescencia universitaria. Durante semanas, mi sala se transformó en un hervidero de conocimiento. Un grupo de estudiantes de contaduría, con la energía y la pasión que solo la juventud puede brindar, se preparaba para el Maratón Fiscal. El Instituto Mexicano de Contadores Públicos convocaba, y ellos respondían con un entusiasmo contagioso. Sábados, domingos, festivos… El tiempo libre se diluía entre impuestos, tarifas y un lenguaje técnico que, confieso, me resultaba completamente ajeno. Observaba su dedicación, su entrega absoluta, y me llenaba de una profunda admiración.

Lamentablemente, no lograron la victoria. Otro equipo de la UNAM se alzó con el triunfo. Vi la decepción en sus rostros, especialmente en el de Paula, la novia de mi hijo, quien había dedicado incontables horas a la preparación. Sentí la necesidad de consolarla, de recordarle que el valor reside en el camino recorrido, en el esfuerzo invertido, no solo en el resultado final. "Ganar", le dije, "depende de muchos factores, muchos de ellos fuera de nuestro control". Y recordé las palabras de Ernesto Sábato, un faro en momentos de incertidumbre: "No sé cuándo, en qué momento de desilusión Brahms hizo sonar esas meláncolicas trompas…". Esa música, impregnada de melancolía y perseverancia, resonaba en mi memoria como un eco del propio Sábato, como un mensaje de aliento para quienes, como Paula, se enfrentan a la frustración.

La anécdota del Maratón Fiscal es solo un ejemplo, una pequeña ventana a la vitalidad que se respira en las universidades. En un contexto donde la precariedad laboral acecha y el futuro se presenta incierto, el debate, la búsqueda de soluciones radicales, la capacidad de soñar con un mundo mejor, no son una pérdida de tiempo, sino una necesidad imperiosa. Las universidades, con sus espacios de discusión y creación, son el antídoto contra la resignación, el motor del cambio social. Mientras en los pasillos universitarios se siga debatiendo, mientras en las aulas se siga cuestionando, mientras en las bibliotecas se siga investigando, habrá esperanza. Porque las universidades no solo expiden títulos, expiden ideas, expiden sueños, expiden futuro. Y eso, en los tiempos que corren, es un tesoro invaluable.

Fuente: El Heraldo de México