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4 de junio de 2025 a las 09:10

Descubre quién ganó realmente

La tarde del domingo me encontró sumido en una bruma de placeres mundanos. Un puro nicaragüense, su aroma danzando en el aire, complementaba a la perfección la suavidad de un whisky japonés. Netflix, ese oráculo moderno, me susurraba historias fascinantes, y debo confesar, me dejé seducir. Tanto, que el deber cívico, ese pilar fundamental de la democracia popular a la que he dedicado mi vida, quedó relegado a un segundo plano. Cuando las campanas del reloj repicaron las seis y un minuto de la tarde, un escalofrío recorrió mi espina dorsal. ¡Las casillas! ¡Habían cerrado! Un resorte interno me impulsó a la calle, con la esperanza, quizá ingenua, de encontrar una urna rezagada, un último bastión de la participación ciudadana. Mi búsqueda, ay, fue infructuosa. La culpa, esa corrosiva compañera de todo revolucionario, me carcomía. Un segundo puro, esta vez dominicano, y otro par de whiskies intentaron, sin éxito, aplacar el remordimiento. Como una macabra señal del destino, una papeleta abandonada en la acera, con un mensaje ominoso dirigido a Noroña, se cruzó en mi camino. De vuelta en casa, con el humo de un Davidoff español, regalo de mi querido Gabriel Sandoval, danzando en el cenicero vintage, busqué refugio en las turbulentas aguas de X, antes Twitter. Allí, el panorama era desolador. Un ejército de sepulcros blanqueados, opositores moralmente derrotados, habían optado por anular sus votos, expresando su descontento con mensajes insultantes dirigidos a mi querida Lupe Taddei, al resucitado Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM) y, lo que es peor, al Camarada Presidente del Senado (CPS). La indignación me embargó. ¿Cómo podían rebajarse a tal nivel, atacando a un hombre tan sencillo, tan encantador, tan del pueblo? Mi experiencia personal con él es limitada, un breve encuentro en la sala VIP del Benito Juárez. Recuerdo vagamente un aroma a moronga en verde emanando de su guayabera, un detalle comprensible en alguien tan cercano al proletariado. Pero mi preocupación trascendía lo personal. Al profundizar en los resultados, el horror se apoderó de mí. Ese anémico 13% de participación ciudadana, ese porcentaje vergonzoso, había optado en su mayoría por anular su voto. Un récord, según las estadísticas. Inicialmente, pensé que el gran triunfador, más allá del pueblo de México, por supuesto, era el EQPMPDM, con sus múltiples conexiones entre las futuras ministras y ministros de la Suprema Corte. Pero no. El verdadero vencedor, boleta por boleta, voto por voto, casilla por casilla, era el CPS. Una victoria pírrica, construida sobre los cimientos del insulto, de la injuria. Una avalancha de mentadas de madre plasmadas en las papeletas. Solo me queda esperar que este desahogo colectivo, esta catarsis escrita, sirva para aplacar los ánimos y que cesen las agresiones verbales en espacios públicos, otro ámbito en el que, lamentablemente, el CPS ostenta un récord.

Fuente: El Heraldo de México