Acapulco resurge de las cenizas, con una inversión que supera los 20 millones de dólares destinada a reconstruir la majestuosidad de sus grandes hoteles y vibrantes centros de diversión. Alejandro Martínez Sidney, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Acapulco, asegura que el puerto está prácticamente listo para recibir al mundo con los brazos abiertos. De las 22 mil habitaciones que engalanaban la ciudad antes del embate del huracán Otis, 16 mil ya se encuentran operativas, un testimonio palpable de la resiliencia y el esfuerzo invertido en la recuperación. Si bien el camino aún no ha concluido, Acapulco se acerca a pasos agigantados a su esplendor anterior, demostrando que la adversidad no ha logrado doblegar su espíritu.

Más allá de las cifras, la verdadera esencia de Acapulco reside en su gente, en su inquebrantable deseo de superar las sombras que han intentado opacar su brillo. El funcionario rechaza categóricamente que la imagen del puerto se vea empañada por los actos de violencia, insistiendo en que "somos más los buenos". Eventos como el Acamoto, que atrae a cerca de 100 mil visitantes en temporada baja y genera una derrama económica de 800 millones de pesos, son un claro ejemplo de la vitalidad y el atractivo que Acapulco sigue ofreciendo al mundo. Si bien la tragedia ocurrida durante el festival, que lamentablemente resultó en ocho fallecimientos, ha generado debate sobre la seguridad del evento, la postura de la Cámara de Comercio es firme: no a la cancelación, sí a la mejora. Se buscan adecuaciones que garanticen la seguridad de los participantes y protejan la imagen del puerto, sin renunciar a la importante contribución económica y turística que este festival representa.

La seguridad es un tema crucial para Acapulco, y Martínez Sidney no duda en señalar las fallas en las estrategias gubernamentales como un factor determinante en la ola de violencia que azota al país. La "guerra contra el narcotráfico" y la posterior política de "abrazos, no balazos" son señaladas como graves errores que han exacerbado la problemática. La trágica muerte del empresario Raúl Ledesma, miembro de la Canaco en Acapulco, víctima colateral de un ataque armado, es un crudo recordatorio de la urgencia de implementar medidas efectivas. Se necesita una estrategia integral, que involucre a todos los actores sociales, para prevenir la violencia y garantizar la seguridad tanto de los habitantes como de los visitantes. Acapulco no se rinde, lucha por un futuro donde la paz y la prosperidad sean los protagonistas, donde la belleza de sus playas y la calidez de su gente vuelvan a brillar con todo su esplendor.