
4 de junio de 2025 a las 00:00
Secretos de belleza de Salma a los 58
La eterna juventud parece tener un nuevo rostro, y ese es el de Salma Hayek. La actriz, que a sus 58 años irradia una belleza innegable, ha desatado una ola de admiración y curiosidad al compartir su rutina de cuidado facial, una mezcla de sabiduría ancestral y productos contemporáneos que promete un cutis radiante a cualquier edad. Olvídense de las complejas y costosas rutinas, Hayek nos demuestra que la clave reside en la simplicidad y en la escucha de los consejos que han pasado de generación en generación.
¿Lavarse la cara al despertar? Un rotundo no, según la actriz. Un legado de su abuela, este secreto consiste en preservar los aceites naturales que la piel produce durante la noche, nutriéndola y protegiéndola desde el primer momento del día. Imaginen despertar y, en lugar de retirar esa capa protectora, permitir que siga trabajando su magia. Una propuesta revolucionaria en un mundo obsesionado con la limpieza, pero que sin duda despierta el interés.
La mirada, el espejo del alma, recibe una atención especial. Parches para el contorno de ojos, un básico en cualquier neceser, se convierten en los aliados perfectos para combatir las ojeras y la hinchazón. Hayek incluso confiesa dormir con ellos, un truco que, aunque reconoce puede ser psicológico, le brinda una sensación de frescura y descanso al despertar.
La hidratación, pilar fundamental de cualquier rutina, se materializa en una mascarilla de tratamiento con efecto aclarante e iluminador. La delicadeza del agua de rosas, un clásico atemporal, refresca y tonifica, preparando la piel para recibir los beneficios de un facemist, ese elixir moderno que promete maravillas.
La suavidad y la ligereza son las protagonistas del siguiente paso: una crema de textura delicada que se extiende por rostro y cuello con suaves masajes. Un ritual heredado de su abuela, una caricia que trasciende el cuidado físico y se convierte en un acto de amor propio.
Los labios, a menudo olvidados, también reciben su dosis de atención. Hidratación y tratamientos específicos para combatir la resequedad y las grietas, preparándolos para lucir impecables.
Con la piel lista y radiante, llega el momento del maquillaje, un arte que Hayek domina con maestría. La naturalidad es la premisa, una base ligera que unifica el tono de la piel, extendiéndose hasta el cuello para un acabado impecable. El corrector, aplicado con la yema de los dedos, difumina las imperfecciones y aporta luminosidad a zonas estratégicas.
El bronceador, un toque sutil bajo los pómulos, esculpe el rostro con delicadeza. Sombras en lápiz, en tonos oscuros y cobrizos, añaden profundidad y misterio a la mirada. La máscara de pestañas, un imprescindible, abre la mirada y aporta intensidad.
Las cejas, enmarcando el rostro, se definen con un gel que aporta elegancia y sofisticación. El delineado, difuminado con precisión, realza la forma del ojo sin recargar la mirada. El rubor, un toque de color en las mejillas, aporta frescura y juventud.
Finalmente, los labios se visten con un tono discreto, un vino o un rojizo suave, que completa el look natural y elegante.
La rutina de Salma Hayek, más que una serie de pasos, es una filosofía de vida. Una oda a la belleza natural, a la sabiduría ancestral y al amor propio. Una invitación a cuidarnos, a escuchar a nuestra piel y a descubrir la belleza que reside en la simplicidad. Una rutina que, sin duda, inspirará a muchas a abrazar su propia belleza y a brillar con luz propia.
Fuente: El Heraldo de México