¡Tláloc ataca de nuevo! Anoche, la Ciudad de México y el Estado de México se convirtieron en una auténtica Venecia chilanga. Una tormenta épica, de esas que te hacen sacar el kayak del clóset (o la lancha, dependiendo de la colonia), nos recordó que el poder de la naturaleza es imponente… y que el drenaje, a veces, no tanto.

Las redes sociales, como siempre, fueron el escenario perfecto para documentar el diluvio. Desde videos de calles convertidas en ríos caudalosos, hasta fotos de gente refugiándose en los techos de los coches, el ingenio mexicano no decepcionó. Y claro, los memes no se hicieron esperar. Tláloc, el dios prehispánico de la lluvia, se convirtió en trending topic. ¿Será que alguien le dejó de poner su ofrenda de pulque y tamales? ¿O simplemente se enojó porque el Cruz Azul no ganó? Las teorías conspirativas inundaron el internet, casi tanto como el agua inundó las calles.

El "team frío", esos guerreros del invierno eterno que siempre andan pidiendo bajón de temperatura aunque estemos en pleno agosto, también fueron señalados como culpables. "¡Se los dijimos!", proclamaban, mientras se frotaban las manos con satisfacción (y probablemente se preparaban un chocolatito caliente). ¿Será que su poder es tan grande como para invocar tormentas de proporciones bíblicas? La ciencia aún no tiene la respuesta, pero el internet ya dictó sentencia.

Y mientras algunos se divertían con los memes y las teorías conspirativas, otros no la pasaban tan bien. Miles de personas quedaron varadas en medio del caos, con el agua hasta las rodillas (o más arriba, dependiendo de la zona). Los automovilistas se convirtieron en navegantes improvisados, sorteando olas y corrientes traicioneras. Una verdadera odisea urbana.

Pero más allá de las inundaciones y los contratiempos, la tormenta de anoche nos recordó algo importante: la capacidad de los mexicanos para reírse de la adversidad. Incluso en medio del caos, siempre hay espacio para el humor, para el meme ingenioso, para la broma que nos saca una sonrisa. Y eso, al final del día, es lo que nos hace únicos. Así que, la próxima vez que Tláloc decida descargar su furia sobre nosotros, ya sabemos qué hacer: sacar el celular, tomar una foto del diluvio y compartirla en redes con el hashtag #TlálocNoSeRaja. Porque en México, hasta las inundaciones se convierten en fiesta. Eso sí, recuerden guardar los celulares en bolsas ziploc, no vaya a ser que el dios de la lluvia también se enoje con la tecnología.