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3 de junio de 2025 a las 10:29

¿Recuperar lo perdido?

El panorama político mexicano se encuentra en plena transformación, y los resultados de las recientes elecciones en Veracruz y Durango lo confirman. Lejos de ser una simple anécdota electoral, estos comicios nos revelan una profunda crisis de representatividad que afecta a los partidos tradicionales y abre la puerta a nuevas fuerzas políticas. La apatía ciudadana, reflejada en la baja participación, es un síntoma preocupante que exige una reflexión seria por parte de quienes aspiran a gobernar.

En Veracruz, donde casi la mitad del electorado acudió a las urnas, el resultado es un claro mensaje de rechazo al pasado. El PRI, otrora dueño absoluto del poder estatal, apenas logró arañar un puñado de municipios, una cifra irrisoria comparada con su hegemonía histórica. El PAN, su antiguo rival y ahora aliado, tampoco tiene mucho que celebrar. Ambos partidos parecen aferrados a discursos gastados y estrategias que ya no conectan con la ciudadanía. ¿Cómo pueden celebrar triunfos menores quienes alguna vez controlaron todo el aparato político? Su actual disputa por Boca del Río, símbolo de un poder menguante, evidencia la profunda crisis que atraviesan.

Mientras los gigantes se tambalean, Movimiento Ciudadano (MC) avanza con paso firme. En Veracruz, tierra del fundador del partido, Dante Delgado, MC se consolida como la segunda fuerza política, superando incluso al PRI y al PAN. Su éxito no se basa en maquinarias electorales tradicionales ni en escándalos mediáticos, sino en una propuesta fresca que resuena con el desencanto generalizado, especialmente entre los jóvenes. MC ha sabido capitalizar el hartazgo ciudadano y se perfila como una alternativa real para quienes buscan una representación diferente.

En Durango, la historia se repite con matices. La alianza PRI-PAN logró importantes victorias, incluyendo la capital del estado, pero no fue suficiente para frenar el avance de MC, que se posicionó como la tercera fuerza política. El fracaso de Morena, a pesar de la intensa campaña liderada por Andrés Manuel López Beltrán, es otro síntoma del desgaste del partido gobernante. La promesa de una transformación radical parece haber perdido fuerza ante la realidad de un país con problemas persistentes.

La baja participación en la elección judicial, apenas un 13%, es un dato alarmante. Ni siquiera Morena, con su maquinaria de movilización y sus ambiciosas campañas de afiliación, logró convencer a la ciudadanía de participar. Este desinterés generalizado es un llamado de atención para todos los partidos políticos. Es necesario replantear las estrategias y ofrecer propuestas que realmente conecten con las necesidades y aspiraciones de la población.

En medio de este panorama complejo, Movimiento Ciudadano emerge como una fuerza en ascenso. Su capacidad para captar el voto de los desencantados, de aquellos que se sienten huérfanos de representación, lo convierte en un actor clave en el rediseño del mapa político rumbo a 2027. El voto de castigo ya no regresa a sus antiguos dueños, y el partido naranja se perfila como el destino de una generación que busca un cambio real.


Más allá de las elecciones, otros conflictos revelan la fragilidad institucional del país. El enfrentamiento entre la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales de Hidalgo (CAASIM) por un supuesto adeudo millonario, es un ejemplo de cómo la falta de diálogo y la politización de los servicios básicos pueden afectar a la comunidad. La negativa del rector a reconocer la deuda y la falta de comunicación entre ambas instituciones generan un clima de incertidumbre que perjudica a los estudiantes y a la sociedad en general. Es urgente que se aclare la situación y se busque una solución que priorice el bien común. Utilizar el agua como herramienta de presión política es inaceptable y solo profundiza la crisis de confianza en las instituciones.

Fuente: El Heraldo de México