El misterio se cierne sobre los cielos de Oaxaca. Un objeto, desafiante a toda lógica, ha sido capturado ascendiendo desde la Peña de San Felipe, el pulmón verde que respira por la ciudad. Las imágenes, compartidas por Juan Giner, se han viralizado, despertando la curiosidad y el asombro de miles. No se trata de un simple globo, aseguran los que han visto el video. Su movimiento, lento, deliberado, imperturbable ante el viento, desafía las leyes de la física que conocemos.

El lente de la Nikon P900 de Giner, testigo privilegiado de este inusual evento, nos permite apreciar con detalle la enigmática figura. De aspecto metálico, emerge entre el follaje de la cima del cerro, iniciando un ascenso pausado, casi majestuoso. La voz de Giner, llena de asombro, acompaña las imágenes: "Y va para arriba", repite, incrédulo ante el espectáculo que se despliega ante sus ojos.

Dos minutos que parecen una eternidad. Dos minutos que condensan un enigma que desafía nuestra comprensión del mundo. La forma del objeto, inicialmente redondeada, evoca la imagen de un globo. Pero su comportamiento, su danza silenciosa en el aire, descarta rápidamente esa posibilidad. No hay cuerdas que lo sujeten, no hay viento que lo empuje. Simplemente flota, asciende, como si tuviera voluntad propia.

"Va hacia la nube", exclama Giner, mientras el objeto continúa su ascenso, acercándose a la masa blanca que corona el cielo oaxaqueño. Un cambio repentino en su estructura, una metamorfosis inexplicable, añade aún más misterio al evento. Lo que parecía una esfera metálica se transforma, adoptando una forma vertical, para luego extenderse, desplegando lo que parecen alas, desafiando aún más las leyes de la aerodinámica.

La culminación del espectáculo es tan abrupta como su inicio. El objeto, tras su danza silenciosa en el cielo, desaparece entre las nubes, dejando tras de sí un rastro de preguntas sin respuesta. ¿Qué era esa figura metálica? ¿De dónde provenía? ¿Cuál era su destino?

Las 124,700 reproducciones del video en redes sociales son un testimonio del impacto que este evento ha generado. Un recordatorio de que, a pesar de nuestros avances tecnológicos y científicos, aún existen misterios que escapan a nuestra comprensión, fenómenos que nos obligan a cuestionar la realidad que percibimos. El cielo de Oaxaca guarda un secreto, y el mundo espera una explicación. Mientras tanto, la Peña de San Felipe, testigo silencioso de este encuentro con lo desconocido, continúa respirando, guardando celosamente la verdad entre sus árboles. La búsqueda de respuestas apenas comienza.