
3 de junio de 2025 a las 10:29
Melodías desdeñadas
La democracia mexicana se enfrenta a un nuevo desafío, un escenario donde la elección de los impartidores de justicia se asemeja más a un juego de azar que a un proceso deliberativo. El reciente proceso electoral para la designación de magistrados ha dejado un sabor amargo, una sensación de vacío en 87 millones de mexicanos que decidieron darle la espalda a las urnas. ¿Acaso se puede celebrar la participación de 12 millones de ciudadanos cuando la inmensa mayoría se abstiene? ¿Es legítimo vanagloriarse de una victoria cuando la apatía ciudadana es tan evidente?
Más allá de las cifras oficiales, lo que realmente preocupa es el procedimiento. La selección de candidatos a través de una tómbola, un mecanismo que se asemeja más a la rifa de una feria que a un proceso riguroso de evaluación, pone en tela de juicio la seriedad y la transparencia del sistema. ¿Cómo es posible que la designación de figuras tan importantes para el sistema judicial se deje en manos del azar? ¿Qué garantías tenemos de que los elegidos poseen la idoneidad y la capacidad necesarias para desempeñar sus funciones con imparcialidad y justicia? ¿Rutilo Méndez, Herlinda Sierra o Fabián Izquierdo? Nombres desconocidos para la gran mayoría de los votantes, figuras que emergen de la oscuridad para ocupar cargos de gran relevancia.
El desdén ciudadano es palpable, un silencio que grita más fuerte que cualquier consigna política. La abstención masiva no es un simple acto de indiferencia, es una clara señal de desconfianza, una muestra del desencanto que se ha apoderado de la sociedad. Los 7 mil millones de pesos invertidos en este ejercicio comicial, ¿en qué se han traducido? ¿En una verdadera renovación del Poder Judicial o en un simple cambio de nombres? Cada peso gastado, cada boleta impresa, cada anuncio publicitario, se convierte en un recordatorio del abismo que separa a la clase política de las necesidades reales de la población.
La imagen del "acordeón" electoral, esa herramienta que facilitaba la identificación de los candidatos en la boleta, se ha convertido en un símbolo de la trivialización de la justicia. La complejidad del sistema, la multiplicidad de candidatos y la falta de información accesible para el ciudadano común han transformado el acto de votar en una suerte de juego de azar, un bingo judicial donde la diosa fortuna tiene la última palabra. Incluso el ex presidente López Obrador, figura emblemática de la política nacional, ha recurrido al acordeón, una muestra más de la generalización de esta práctica.
La sombra del bolchevismo, ese fantasma del pasado, se cierne sobre el presente. La consolidación de una nueva mayoría, con aspiraciones hegemónicas, genera inquietud y desconfianza. ¿Estamos ante el resurgimiento de un régimen absolutista que busca concentrar el poder en unas pocas manos? Las comparaciones con Nicaragua, Venezuela o Cuba, aunque rechazadas por el discurso oficial, resuenan en el imaginario colectivo.
El desdén ciudadano, expresado en la abstención masiva, es una llamada de atención, una advertencia que no puede ser ignorada. La democracia mexicana se encuentra en una encrucijada, un momento crítico que demandará reflexión y acción para recuperar la confianza perdida. El futuro del país depende, en gran medida, de la capacidad de las instituciones para responder a las demandas de la ciudadanía y garantizar un sistema judicial justo, equitativo e independiente.
Fuente: El Heraldo de México