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3 de junio de 2025 a las 03:05

Madre culpa a hija por abuso del padrastro

La pesadilla de una joven en Zapotiltic, Jalisco, ha sacudido a la comunidad y puesto en evidencia la dolorosa realidad del abuso sexual infantil y la revictimización dentro del propio hogar. Imaginen por un instante la vulnerabilidad de una adolescente que, tras sufrir el horror del abuso sexual, encuentra no el consuelo y la protección materna, sino la acusación y el maltrato psicológico. Este es el desgarrador caso que ha conmocionado a Jalisco, donde una madre, identificada como Jenny ‘N’, presuntamente no solo ignoró el testimonio de su hija, víctima de abuso por parte de su pareja sentimental, Édgar ‘N’, sino que la culpó por la atrocidad, intentando encubrir al agresor.

Septiembre de 2024 marcó un antes y un después en la vida de esta joven. En la supuesta seguridad de su hogar, en el municipio de Zapotiltic, el hombre que compartía la vida con su madre se convirtió en su abusador. Con la inocencia destrozada y el alma herida, la adolescente buscó refugio en su madre, esperando encontrar comprensión y apoyo. Sin embargo, se topó con un muro de indiferencia y crueldad. Jenny ‘N’, en lugar de abrazar a su hija y buscar justicia, presuntamente optó por proteger a su pareja, emprendiendo una campaña de maltrato emocional y psicológico contra la menor, intentando silenciarla y manipularla para que cargara con la culpa de un crimen que no cometió.

La Fiscalía General del Estado de Jalisco, tras la valiente denuncia de la joven, ha actuado con celeridad. Édgar ‘N’ enfrenta ahora un proceso legal por el delito de abuso sexual infantil agravado, con una medida de prisión preventiva oficiosa de hasta dos años. La justicia, aunque lenta, ha comenzado a tejer su red. Mientras tanto, Jenny ‘N’ también deberá responder ante la ley por el delito cometido contra el libre desarrollo de la personalidad y maltrato infantil. Se le han impuesto medidas cautelares que incluyen la presentación periódica ante un juzgado, la prohibición de salir del país y, crucialmente, la prohibición de acercarse a la víctima. Esta última medida busca, al menos en parte, resguardar a la joven del continuo tormento que representaba la presencia de su madre.

Este caso nos obliga a reflexionar sobre la profunda herida que la revictimización inflige en las víctimas de abuso. La traición de la figura materna, la persona que debería ser sinónimo de protección y amor incondicional, agrava exponencialmente el trauma. Es imperativo que, como sociedad, estemos alerta a las señales de abuso y brindemos apoyo incondicional a las víctimas. No podemos permitir que el silencio y la complicidad perpetúen estos ciclos de violencia. La justicia debe ser implacable con los agresores y con quienes, desde la propia familia, se convierten en cómplices al encubrir estos crímenes atroces. La valentía de esta joven al denunciar a pesar de la adversidad debe inspirarnos a todos a romper el silencio y luchar por un mundo donde la infancia esté protegida y el abuso no tenga cabida.

Fuente: El Heraldo de México